Unidades penitenciarias en Rosario

Talleres de filosofía en cárceles, una necesaria herramienta de expresión

Desde hace más de 8 años, el filósofo Hernán Aliani realiza talleres filosóficos en distintas unidades penitenciarias de Rosario. Una comprometida labor en busca de recursos simbólicos en el complejo contexto de encierro.
18-01-2022 | 10:18 |

Foto:Gentileza.
Ariel Gustavo Pennisi


Hernán Aliani es licenciado y profesor de filosofía, egresado de la Universidad Nacional de Rosario. Miembro activo del colectivo “La Bemba del Sur”, un grupo de talleristas que desde el año 2014 realizan distintas actividades en instituciones de encierro con la finalidad de promover el ejercicio de los derechos culturales y educativos de las personas privadas de su libertad.

Su taller de filosofía es una apuesta que tiene vida desde hace 8 años, realizándose en distintas unidades penitenciales de Rosario. Actualmente se realiza con frecuencia en la unidad 11, popularmente conocida como la Cárcel de Piñero, ubicada a 11 km de la ciudad.

Cuenta Aliani en diálogo con Mirador Provincial: “El taller se hace desde el año 2014, comenzando en la unidad 3 de Rosario. Lo comencé en su momento junto con dos compañeros más de la carrera de filosofía. Llegó a realizarse en simultáneo con la Unidad 3 y la 11 que es Piñero. Allí es donde lo estoy haciendo solo desde hace ya cuatro o cinco años. Voy alterando por momentos con estudiantes de distintas carreras”.

Es el dispositivo un espacio completamente libre de prejuicios, donde se debate y ponen en deconstrucción imaginarios sobre el amor, los vínculos, los dolores del pasado, los proyectos del futuro, las complejidades de los contextos sociales que atraviesan los barrios, la juventud, la familia y cualquier tipo de temática que surjan esporádicamente.

Las metas del taller se presentan como abiertas a las necesidades del contexto: “en un momento queríamos ver si se podía desarrollar contenidos, hacer lecturas, demostrar que la filosofía está en lo cotidiano. La práctica nos fue enseñando que a veces las cosas hay que encararlas de otra manera o distintas a las formas como nosotros queríamos que funcione”.

Al consultarle a Hernán sobre la metodología del ejercicio filosófico en el contexto carcelario, sostuvo: “el pensar y demostrar lo filosófico está primero en ofrecer un concepto o una propuesta, esperando que haya una reflexión de cosas que le pasa a cada uno para luego llegar a la cita, la referencia o ubicación de ese concepto en un mapa filosófico. Hacer el trabajo inverso. Intentamos que el taller nunca se vuelva una reproducción de contenidos como si fuese una escuela o una institución donde se espera algo de uno, un deber ser” y aclaró que el objetivo “no es una institucionalización más dentro de una institución total. El taller tiene que ser una liberación de algo, la construcción de un saber propio a partir de la experiencia. Un doble reconocimiento a partir de la ignorancia propia y de que la experiencia a su vez es un reconocimiento”.

La apertura dialéctica del espacio genera otro efecto que Aliani ubica en “la complicidad, el compartir, la grupalidad, porque el compartir experiencias hace que uno tenga que mostrar ciertas debilidades frente al otro”.

La propuesta se presenta como un espacio diferente, que viene a romper imaginarios fuertemente consolidados en la institución carcelaria por medio de la palabra colectiva que solo la fuerza de la grupalidad puede generar, “mostrar debilidad frente al otro en una cárcel es muy difícil o casi imposible que suceda. Cuando se muestra una debilidad, una reflexión o una angustia inclusive, uno se expone. Para que eso suceda tiene que haber un clima en un ambiente bastante particular”.

El filósofo es contundente respecto del taller: “No es un confesionario, como talleristas uno nunca sabe cuáles son las causas penales de las personas que participan en el taller, no se indaga. Si alguien quiere contar algo que tenga que ver con su experiencia lo hace, pero más que nada la grupalidad se arma con el tiempo y el demostrar que uno va a ahí con un deseo genuino” (...) “hay personas que participan un año entero y otros que hace como tres o cuatro años que van al mismo taller o que los conozco de otra unidad. Incluso algunos han salido y me entero que están de vuelta en la unidad y los convoco de nuevo porque sé que reconocen el espacio, que les da identidad”.

Registros documentales. Debates
En muchas oportunidades el trabajo del taller ha sido documentado en formato de video donde se ha proyectado de forma cuidada en distintos eventos culturales, como ferias del libro en Buenos Aires, cátedras universitarias, etc. En ellos se puede visualizar voces emergentes entre los muros institucionales donde queda marcado claramente el objetivo del espacio. A continuación narramos algunos ejemplos:

Sobre el rigor
En mesa redonda se habla sobre el rigor, “es lo que uno tiene adentro, lo vive internamente y lo trae hasta acá”, agrega el interno de enfrente de la mesa de debate. “Para nosotros tener pan era ser una persona rica en la tierra” o el de la izquierda, si seguimos el sentido del reloj. “Estar obligado a hacer una maldad porque sino te la hacen a vos, eso es rigor. Eso ya no me gusta”, se mezclan las voces. “El trabajador tiene una familia. Está sometido al rigor familiar porque tiene que darle de comer a sus hijos”.

“Está sometido al rigor laboral”. “A nosotros no nos dieron ninguna herramienta para afrontar la vida, saliste de cumplir una condena con un brazo atrás, otro adelante”. “Mi mente acá trabaja las 24 horas, de si mi familia tiene o no tiene. No pienso tanto en que venga el jueves o el domingo a traerme un paquete, sino que pienso más en ellos”. “A uno los sueños se le terminaron porque veía a la familia pasar momentos difíciles, la sociedad no te ayudaba, no había para comer”. “Para dejar de ser hijos del rigor, me gustaría que en esta unidad podamos estudiar. Y talleres de formación profesional, ya que se nos hace difícil conseguir un trabajo, por nuestros antecedentes. Somos 1.800 personas. No hay talleres laborales, puede haber 10 o 15 personas en el taller de panadería o en este taller de filosofía. No llegamos ni a 100 personas que puedan disfrutar de un taller, no hay sociedad justa sin educación para todos”.

Sobre el sistema carcelario

Las voces se mezclan en la mesa: “El sistema carcelario, gubernamental no funciona. No rehabilita ni socializa a nadie”; “Alguien que entra a la cárcel, porque cometió un delito para alguien que está protegido por políticos, se lo mete en un pabellón. No conoce sus derechos y se le abre el abanico de posibilidades delictivas. Cuando sale no va a tener trabajo, pero en la cárcel le dicen: ‘vení, sentate con nosotros. Yo cuando salga te voy a dar un bunker para que vendas drogas. Te voy a dar tu casa no te va a faltar nada’. Y así con todo. Allá está el rancho de los sicarios, allá de los que roban bancos. Uno empieza a mirar y se le ofrecen oportunidad y conexiones. Te dicen: ‘cuando salgas conéctate conmigo’. Si no tenés visitas y conexión con tu familia, es un punto en contra no a favor. Si no tenés contención familiar, si no te reclama nadie, nadie te ayuda ¿ cómo salís de acá?”. “Ya si salís y no tenés plata para el bondi, volvé caminando para Rosario, ya salís así”. “Con más cárcel, palo y encierro no se va a lograr un cambio social, se arregla con oportunidades”. “Si vos querés que trabajen en la calle, enséñale a trabajar en la cana. Más de la mitad de los internos si le das laburo, van a preferir trabajar”. “Si no cambia el último eslabón que es la cárcel, no va a cambiar”. “La cárcel y los gobernantes hacen todo para que nosotros no salgamos reinsertados, somos un negocio para ellos”. “Nosotros sentimos el peso de la sociedad, de nuestro pasado y de la falta de posibilidades”.

Los barrios
“Antes la cocaína la tomaba alguien de la alta sociedad, ahora un pibe de 12 años. Y tiene que robar para comprarla. La misma sociedad lleva a que el pibe tome cocaína”. “Yo ya tengo mi edad, tengo 43 años pero a la juventud no se le da oportunidad de nada, los pibes se crían en la pobreza, en la miseria. Entonces lo primero que te llevan es a la droga y después salir a delinquir, agarran un fierro y la maestra de ellos es la calle”. “Yo tengo 4O años, antes si eras pibe, y si te veían con hambre, te hacían pasar. Te daban un plato de comida y te mandaban a tu casa, no te vendían”, la voz del interno parece ser una síntesis de los cambios de época, del quiebre de un tejido social cuyo entramado parece solo tener el valor mercantil de la acumulación, la explotación del hombre por el hombre mismo. “Ahora vas a comprar en un edificio del medio del centro de Rosario, te la venden y te la dan ahí nomás”; “el problema viene de ahí, de la infancia, lo primordial. Si no se cambia el punto de la educación, de la infancia, estamos perdidos”.

La inocencia
“La persona más inocente es la ignorante. La persona inocente no conoce sus derechos, no puede pelear por lo que le corresponde, reivindicar sus derechos”. “Yo no puedo decir ‘esto es mío’, si no sé que esto a mí me pertenece y me lo está ocultando”. “El 98% de la tasa delictiva es toda gente analfabeta, nadie conoce sus derechos”. “Los políticos están logrando que la sociedad se divida, que la sociedad entre en guerra para ellos poder meter la mano, nadie mira acá la gente que sale y se rescata, nadie la aplaude, ni la mira, sí los que vuelven a reincidir”.

Amor
“Si amás, no vas a hacerle daño a nadie, eso es lo opuesto al rigor”. “Con el tiempo te das cuenta que amar a tu familia es más importante que darle un lujo”. “Yo a mi hijo le enseño siempre lo mejor, más allá de que su padre se haya equivocado”. “Si estás solo, no tenés interés en cambiar, porque no te importa si el otro piensa bien o mal de vos. Porque yo no vivo de vos, pero cuando tenés familia, tenés otra responsabilidad”. “Uno como se chocó con esa pared, no le gusta volver a chocar con esa pared”. “Nosotros mismos nos damos un golpe y de ese golpe no es que no aprendemos, aprendemos. Está en uno en seguir golpeándose o no. Hay que darse cuenta que hay personas que están al lado y sufren por uno. Entonces ya no pienso más en mí, pienso en mis hijos”.



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