En tiempos de gran violencia social en la provincia, el debate del castigo a los que delinquen está presente. Los hechos delictivos se repiten de manera constante y creciente. La pregunta que se impone es ¿qué hacer con los que violan la ley? En la sociedad, hay -por lo menos- dos posturas. Una que pide castigos severos, incluso la propia muerte. Por parte de los propios victimarios de un delito o a través de la pena de muerte. La otra solicita buen trato para los delincuentes. Al parecer, la primera cuenta con más adherentes que la segunda.

La Pastoral Carcelaria de la Iglesia Católica es una entidad que basa su trabajo en la contención a aquellas personas que están presas. Desde su creencia, se intenta apoyar espiritualmente a aquel que está tras las rejas. Adelina Elvia Secco, directora de esa división de la Iglesia en Santa Fe, habló sobre el trabajo que ellos realizan y las condiciones en las cuales están los presos: “Nuestra tarea es visitarlos y llevarles el mensaje de Dios y que lo conozcan porque a muchos que ni siquiera les han mencionado la palabra de Dios o la palabra Jesús. La gran mayoría no sabe nada. Visitamos desde el punto en que nosotros también nos consideramos pecadores, vulnerables porque ninguno está exento de algún día tener que estar tras las rejas. Los visitamos a ellos como se visita a un hermano”.

En condiciones normales y sin pandemia de por medio, las visitas se dan por las tardes en las que se comparten unas horas. “Nos esperan con el mate, con masitas o nosotros llevamos también algo. Compartimos la tarde mate de por medio y compartimos el evangelio. Ellos lo que necesitan mucho es hablar. La escucha nuestra para ellos es muy importante. Tener una oreja donde descargar sus angustias, sus penas, sus problemas, sus dolores. La sociedad afuera no quiere comprender esa parte. Son gente que sufre muchísimo. No es como todos dicen que cobran un sueldo, que tienen televisión, que tienen esto, lo otro. Hay muchas necesidades, mucha precariedad”. “Nosotros tenemos la posibilidad de prender el aire si tenemos calor. Ellos no. Ellos sufren el calor y no hay forma de calmarlo. Cuando hace frío, cala los huesos. Los pabellones son muy fríos. Con ventanales rotos, el frío se filtra por cualquier lugar”, agregó.

En tiempos normales, la gente de la Pastoral Carcelaria de Santa Fe va una vez por semana a cada penal. Acuden a Coronda, a Las Flores y también a la cárcel de mujeres. “Nunca preguntamos cuál es el motivo que lo llevó a estar preso o presa. Vamos a ver a la persona, no al delincuente. Vamos a tratar de rescatar a una persona. Que sepa que es hijo de Dios y que Dios perdone. Muchos dicen: ‘A mí Dios no me va a perdonar’. Tratamos de que analicen su situación. Si ellos se arrepienten de lo que hicieron, Dios los va a perdonar. Esa es nuestra misión, pero la principal es escucharlos”, afirmó Secco.

La pastoral está constituida en su inmensa mayoría por unos 50 voluntarios. Son en su inmensa mayoría gente grande. “Hay adultos mayores que no están yendo por decisión propia porque se están cuidando”, dijo la directora.

“No vamos a defender al preso”
Hay mucha gente dentro de la sociedad que pide castigo e incluso la muerte de las personas que delinquen. Sobre esta postura, Secco aseguró: “Nosotros vivimos la realidad del otro lado de las rejas. Y vemos la parte humana. Nos dicen: ‘Ustedes no miran a la gente que ellos hicieron sufrir’. Lo miramos y lo entendemos. No vamos a defender al preso. Vamos a tratar de que recapacite. Nos conformamos que aunque sea uno pueda cambiar sus ideas. Si yo hubiera crecido en el ámbito en que se fue formando esta chica o este pibe, ¿qué hubiera sido de mi vida? Son historias de vida muy difíciles. La mayoría de los presos son pobres. Las personas que tienen recursos económicos altos no van presos. Ponen sus buenos abogados y cursan el proceso afuera. A los negritos los agarra la policía en la calle, van a la comisaría y de la comisaría a la cárcel hasta que se descubre si son culpables o no. No estamos de acuerdo en lo que hacen, pero tampoco estamos de acuerdo en que los tienen que matar, que se tienen que morir todos”.

En relación a las condiciones de las cárceles, la mujer de la Pastoral Carcelaria dijo: “Son muy pobres. Tienen para comer algo pasable los que tienen la familia cerca y están en condiciones de llevarles una caja con mercadería, con algo de lo que le permiten ingresar. Eso que tienen desayuno, almuerzo, merienda y cena no es verdad. Hay algunos que no tienen colchones, otros a los que les hacen falta frazadas. El año pasado se quedaron sin ropa de invierno y les tuvimos que llevar mucha ropa. Es todo muy difícil”.