Adolfo Sclarovsky y Eva Kortsarz

Estampillas en Israel en homenaje a dos argentinos

Se los destaca por su tarea en la difusión y enseñanza del hebreo y el yiddish. Fueron docentes con un predicamento admirable y en el caso de Adolfo supo encontrar la manera de superar la ola de antisemitismo en la Argentina para aprender, de manera “clandestina”, influido por su abuelo y bisabuelo.
14-05-2021 | 17:25 |

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El matrimonio del dominguense Adolfo Sclarovsky y su esposa Eva Kortsarz, nacida en Salta.


Ceferino Azambuyo 
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El Correo Nacional Israelí emitió una serie de estampillas en homenaje al matrimonio del dominguense Adolfo Sclarovsky y su esposa Eva Kortsarz, nacida en Salta. Ambos enseñaron hebreo aprendido en la Escuela Judaica de Buenos Aires y en el caso de Adolfo lo hizo clandestinamente en tiempos de la ola antijudaica en Argentina donde estaba prohibido.

Ernesto Sclarovsky, reside actualmente en Israel, es hijo del matrimonio y heredó de ellos la vocación docente. Hizo llegar una lámina de estampillas al Museo de “Las Colonias” de Villa Domínguez, indicando que la iniciativa del homenaje fue a través de Baruj Tenembaum (Fundación Internacional Raoul Wallemberg).
“Esta lámina se las envío porque la familia de mi padre vivió en Domínguez, mi abuelo Jacobo tenía la fábrica de soda y mi padre con sus hermanos nacieron y se criaron en Domínguez, quiero que este homenaje sea parte de la historia del Museo”, señaló orgulloso.

Adolfo Sclarovsky había nacido el 17 de diciembre de 1931 en Villa Domínguez, provincia de Entre Ríos, colonia judía donde se asentaron inmigrantes de esa colectividad traídos de Europa por el Barón de Hirsch. Fue el segundo de cuatro hijos de Jacobo Sclarovsky (inmigrante oriundo de Ostryna-Imperio Ruso, hoy en Bielorrusia); y de Paulina Lew, nacida en Villa Clara (también colonia de asentamiento judío) siendo la primera generación nacida en la Argentina de familia de inmigrantes llegados en 1895 (oriundos de Amdur y Skolka, cercanos a Bialystok, Polonia-Bielorrusia).

Una infancia muy particular

Su infancia fue rodeada del amor familiar y de la educación judía en la que influyeron profundamente su abuelo Benjamín Lew y su bisabuelo Marcos Lew, que habían estudiado en la Yeshiva (centro de estudios de la Torá y del Talmud), en Amdur.

“A la edad de cuatro años vivió varios meses en la casa de su abuelo Benjamín. Allí empezó con sus primeros pasos por el judaísmo. Antes de dormir le enseñaron a decir la oración ‘Shema Israel’ y cada sábado (Shabat), su abuela le contaba historias de la Biblia y sobre el judaísmo, sentados debajo del naranjal cercano a su casa. Ya de pequeño sorprendía por su excelente memoria, relatando aquellas historias nuevamente”, expresa el hijo de los homenajeados.

En la Escuela Hebrea dejaba sus maestros impresionados pues repetía todo lo explicado sin cambiar ninguna palabra dicha por el maestro, por lo que afirmaban que Adolfo sería una eminencia en el judaísmo. Su inquietud no tenía límites, era curioso por conocer y aprender sobre la historia de la humanidad y de la vida. Quedó fascinado por la Ilíada y la Odisea, que había leído varias veces.

Prohibiciones en Domínguez

Ernesto Sclarovsky relata que su padre “en los últimos años de la escuela primaria 1943-1944, fue sorprendido por la ola de antisemitismo que se vivía en la Argentina durante la Segunda Guerra Mundial. La policía y el intendente vinieron para clausurar el grado superior de la Escuela Judía, lacraron las puertas y prohibieron así el estudio judaico a aquellos niños. Ese hecho lo marcó profundamente y empezó a estudiar clandestinamente en la casa de su maestro Blachinsky, escondiendo los libros y cuadernos debajo de la ropa. Decía que se sentía como el Rabí Shimon Bar Yojay, quien se escondió durante 12 años en una cueva junto a su hijo para continuar estudiando la Torá”.

Adolfo relataba que ese episodio lo remontaba a aquella época bíblica, cuando los romanos prohibieron el estudio de la Torá. Se sentía en las mismas condiciones ya que pese a la prohibición, él continuó estudiando clandestinamente la Torá. Así lo reiteró hasta los últimos días de vida.

En aquellos años, las autoridades también prohibieron en la zona de Domínguez el acto de la carneada Kosher. A veces llegaba al pueblo carne Kosher de la localidad “La Capilla” (hoy Ingeniero Sajaroff), donde aún estaba permitida. Adolfo separaba platos y cubiertos para su uso personal y los utilizaba para comer solo carne Kosher.

Estudios en Buenos Aires

Gracias a su inteligencia, memoria y comportamiento en esos años, Adolfo fue recomendado por su maestro y recibió una beca para estudiar en el Seminario de Estudios Judaicos que se abrió en Buenos Aires, inmediatamente después que se rindió Alemania, en mayo de 1945. Allí estudiaban adolescentes que fueron becados y traídos de diferentes colonias judías, como los Blachinsky y Tenembaum. Un par de años más tarde, su hermano Samuel también fue becado y estudió en el mismo internado, y su hermana menor, Cecilia, en el seminario femenino. Durante aquellos años en el internado, Adolfo escribió un diccionario hebreo-español, y también había escrito una interpretación no finalizada sobre el libro Génesis de la Biblia.

Adolfo y su hermano Samuel vivían en condiciones de internado y durante las vacaciones de verano volvían a casa de sus padres. Allí ayudaban en el reparto de soda de la fábrica que tenía su padre Jacobo, recorriendo las diferentes colonias de los alrededores de Domínguez.

Al finalizar los estudios, estaban capacitados para enseñar hebreo, judaísmo y ser dirigentes comunitarios. Adolfo fue integrante del primer grupo de egresados del Seminario en el año 1950 y un año después fue enviado a Salta a enseñar y transmitir lo que había aprendido en el Seminario. Allí conoció a su futura esposa, Eva Kortsarz, nacida en Salta, de familia de inmigrantes oriundos de Wielgie, aldea agrícola a las afueras de Stoczek, en Polonia.

En 1952 fue incorporado al regimiento Nº 3 de infantería. Por el hecho de ser maestro le fue permitido ir a enseñar a una escuela de judíos sefardíes, con la condición de que no almuerce en el regimiento. Comía un pedazo de pan o factura con una taza de café con leche y se iba a enseñar a la escuela. Cuando terminaba concurría a un colegio nocturno para completar algunas materias del bachillerato, y cerca de medianoche volvía al regimiento. Realizaba la última guardia para cuidar los camiones, así podía subir a alguno de ellos para aprovechar a dormir un par de horas más.

En julio de 1952 falleció Eva Perón y su regimiento, por ser parte de la escolta presidencial, tuvo que custodiar el sepelio, un día en la CGT y al otro día en el Parlamento. A los seis días del funeral dieron de baja a los soldados destacados y Adolfo fue uno de ellos. Volvió a Salta para seguir enseñando y se casó con Eva en 1955.

Eva, la familia y la docencia

Eva Kortsarz nació en Salta el 20 de enero de 1933, fue la tercera de cuatro hijos de las segundas nupcias de Besalel Kortsarz, inmigrante oriundo de Wielgie, aldea agrícola situada a las afueras de Stoczek en Polonia, y la mayor de dos hijos de Ana Sztajnberg, oriunda de la aldea agrícola Korytnica, en Polonia. Ambos poblados en el distrito de Wegrow.

Su padre, debido a la desgracia familiar por la pérdida de su primera esposa, y su madre, debido a aquellas circunstancias, criaron a los hijos sin hacer diferencia y con un gran amor. Sus abuelos paternos vivían con ellos en la misma casa, donde se hablaba yiddish.

“Su padre era una persona intelectual que leía libros en yiddish sin descanso. Invitaba a Eva a sentarse, leer algunas páginas del libro de turno y luego debía explicarle y contarle el contenido en yiddish”, comenta Ernesto Sclarovsky.

También señala que “Eva creció acompañada de una gran cantidad de primos, pues cuatro hermanos de su padre se instalaron también en Salta. Fue una de las familias más grandes de la colectividad judía en la ciudad. Su adolescencia llena de vivencias nuevas no le daba lugar al estudio y abandonó el secundario en tercer año. Participaba activamente en el movimiento sionista Dror, impulsándola a hacer Alía a Israel”.

En 1951 conoció a Adolfo, quien llegó a Salta como flamante egresado del Seminario a enseñar hebreo y comenzó el romance entre ambos. En una de las visitas del moré e inspector Meir Berelson a Salta, (quien fue moré en Domínguez y luego en el Seminario en donde estudió Adolfo) convenció a Eva de estudiar en el Seminario de Estudios Judaicos femenino. Lo hizo en el programa de estudios llamado Flor de Ceibo, creado durante el gobierno de Perón (para docentes sin título). Quienes participaban luego de un año de estudios eran morot (maestras) y podían enseñar hebreo y judaísmo en las escuelas.

“En 1952 Eva ingresó al Seminario donde cumplió el año de preparación. En 1953, regresó a Salta para enseñar en la escuela hebrea. En 1954 fue enviada a enseñar a Mar del Plata y Adolfo regresó a Buenos Aires, después de un año de haber enseñado en Rosario. Ese año se comprometieron y un año después se casaron en Salta. Al principio vivieron en Buenos Aires, ciudad en la que Adolfo, luego de trabajar como moré, empezó a estudiar Farmacia. Ella enseñaba en una escuela de Lomas de Zamora y volvió a Salta debido a la enfermedad de su madre. Allí nacieron sus dos hijos mayores, luego la familia probó suerte en Córdoba, ciudad que abandonaron para radicarse finalmente en Salta”, agregó el hombre radicado en Israel.

“Durante los primeros años en Salta, Eva se ocupó de la crianza de sus dos hijos y de la asistencia de su madre hasta que falleció. Posteriormente trabajó en el negocio junto a Adolfo. La llegada de sus dos hijos menores vino acompañada del bienestar y tranquilidad económica para la familia. Sus consejos medicinales entre la familia, amigos y conocidos, en gran medida acertados gracias a su poder de observación y la experiencia de los años, fueron siempre hechos que causaron admiración. Por su gran memoria para recordar cientos de fechas de cumpleaños y números de teléfonos en forma increíble hasta sus últimos días, como así también por su capacidad de curación, le decían que si no hubiera abandonado los estudios habría sido una gran médica”.

“Su alegría, tranquilidad y generosidad eran parte integral de ella”, destaca Ernesto y menciona que “a fines de los 80, su padre, después de haber vivido muchos años en Buenos Aires, volvió a Salta y Eva lo asistió hasta su fallecimiento a la edad de 92 años. Toda la vida Eva y Adolfo fueron centro de reunión y de visitas, así también dirigían la celebración de las festividades para la familia. Eva apoyaba enormemente a Adolfo para que continuara con su actividad institucional, cuidando del bienestar familiar. Así también le tocó preocuparse y asistirlo en sus últimos años. Eva continuó trabajando hasta que nos dejó repentinamente a la edad de 82 años, el 15 de julio de 2015”, reseñó Sclarovsky hijo.

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