CONRADO BERÓN
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Nació en el seno de una familia de clase media, formada por Nelly y Alejandro, quienes junto a sus cuatro hijos –Inés es la menor– supieron remar y pelear en la vida. El papá tenía un problema motriz y eso fue el motor que necesitaba Inés para valorar el esfuerzo de sus padres. “Mi mamá era las piernas de mi papá” cuenta y se emociona.

Inés aprovechó la pandemia para potenciar su verdadera vocación y a su novela “Contra Flor al resto” le sumó algunos cuentos infantiles que presentó el domingo 8 de agosto, en La Paz.

–¿Qué balance hacés de la presentación?
–El domingo fue una tarde hermosa, presentamos una dinámica diferente narrando los cuentos para toda la familia; nos divertimos, nos emocionamos; estábamos todos con una sonrisa, así que en plena pandemia creo que eso es un éxito formidable. Fue muy emocionante
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–¿Cómo viste la reacción de los gurises?
–Fue maravillosa; a veces parece que la tecnología los tiene anestesiados, así que verlos reír, taparse la cara de susto, hacer señas intentando que el osito corra más rápido y abrir los ojos grandes me encantó.

–¿Cómo fueron tus comienzos dentro de la escritura?
–Siempre escribí, desde la primaria que me gustaba participar en las revistas escolares; pero mi primer libro se gestó a fines de 2012, se llama “La despedida de papá” y es muy personal; mi papá tuvo cáncer y en esos meses escribí lo que me pasaba con eso, reflexionando sobre los vínculos, la muerte, Dios.
Salió a la luz en 2013. Desde entonces me dediqué con más entusiasmo a este oficio porque a los lectores les gustó mi forma de escribir, así que me animé un poco más.
En 2016 hice el borrador de una novela que publicamos el año pasado bajo el nombre de “Contra Flor al resto” y ahora se publicaron dos libros de cuentos infantiles. Así, desde aquel inicio hasta acá, ya he caminado un trecho.


PROCESO


–¿Cuánto hay de autogestión en una escritora del interior entrerriano?
–En mi caso, todo es autogestión. Para publicar el primer libro me ayudó mi mamá; el año pasado con “Contra Flor al resto” hicimos una preventa, la gente se sumó así que me sentí muy apoyada por exalumnos, familia, personas que no conozco pero que compraron esa novela, confiando en que no los estaba estafando y así la publicamos. Este año; con Julio (mi marido) tenemos un pequeño taller que no llega a ser una imprenta y nos animamos a imprimir los relatos infantiles. Todo a pulmón, con ayuda de la familia, amigos y muchas, muchas personas buena onda.
Es bastante difícil desde el interior llegar al centro. Soy muy optimista, como decía al principio, viene de familia esto de animarse a que se puede.

–¿En qué momento te diste cuenta de que tenías esta facilidad?
–Siempre tuve una inclinación especial para la escritura y lo que hacía gustaba; en los actos de la secundaria hacía llorar a las profesoras con mis palabras (risas); cuando empecé el profesorado de Lengua y Literatura, la profesora Estela Reviriego me dijo que tenía excelente poder de síntesis y manejo de las palabras y fue una de esas cosas que te dicen por ahí y que te marcan. En esa época no se me ocurría “ser escritora”; pero creo que fue parte del proceso de darme cuenta de que quería escribir.

–¿Cómo describís a tu novela Contra Flor al resto?
–Me cuesta mucho describir mi obra, para quienes no saben nada sobre esta novela es la historia de una adolescente que se ve envuelta en una red de trata de personas. Creo que es atrapante, mi escritura es de rápida lectura y me la han descrito como una novela que no puede dejar de leerse y que al final te quedás con ganas de más; varios me han pedido la segunda parte, aunque a mí me cuesta pensar en eso, porque no creo en las segundas partes. Es una historia del interior, con los giros de nuestras ciudades entrerrianas.


EN PANDEMIA


–¿En qué momento decidiste escribir para los niños?
–La escritura para niños surgió el año pasado, en plena pandemia, como nos pasó a todos, los horarios y costumbres de la casa se vieron afectados por los días de encierro y sin clases. Cada tanto mis hijos me decían: “mami, no queremos que nos leas, queremos un cuento de la cabeza”; así que les inventaba. Un día comencé a escribirlos y ya tengo varios hechos, sabemos cómo son los niños con las historias, no me dejan descansar demasiado. Por eso la colección se llama “Cuentos de la cabeza para Alejandro y Dulcinea”. Este año le pregunté a Ana Paula Fontanini si quería leerlos y, si le gustaban, ilustrarlos. El resultado ya está a la vista.

–¿Qué fue lo que más te sorprendió de la reacción de la comunidad paceña ante tus obras?
–No te puedo negar que me sorprendió el apoyo y la repercusión ya que es una obra literaria (en épocas en que la lectura no está de moda), muchas personas se sumaron a la preventa y me hicieron comentarios muy positivos sobre “Contra Flor al resto”, creo que sabemos que nuestra ciudad siempre colabora y es muy solidaria en diferentes aspectos.
También he recibido el apoyo de comunicadores que me brindan un espacio en la radio o la TV; de mis directivos de la Escuela Técnica, quienes solicitaron que se declare de interés educativo en la DDE; ni que hablar de amigos como Claudia Vertone, que elevó una nota para que sea declarado de interés cultural por el HCD; además, hay muchos docentes que están trabajando la novela con sus alumnos y me han solicitado entrevistas. Estoy muy agradecida. Eso me hace mucho bien porque siento el aprecio, es muy lindo.


PROYECTOS Y SUEÑOS


–¿Cómo sigue tu carrera como escritora?
–Tenemos para seguir editando cuentos infantiles, por ahora en la colección tenemos alrededor de diez. Además, tengo dos novelas empezadas que debo concluir y un proyecto de relatos sobre mujeres que de una manera u otra he conocido, pero que están ficcionadas. Para los relatos infantiles, sólo falta el dinero que nos permita seguir produciendo.
Para los otros proyectos, necesito que mi cabeza funcione bien y dedicarle más tiempo para terminar las obras, que no queden a la deriva. De ahí, juntar dinero para seguir editando. Así que voy tranquila porque no es tan fácil.

–¿Cuál es tu sueño relacionado a esta actividad?
–Mi sueño es que mis obras se conozcan, gusten, me permitan conocer lugares y personas que me enriquezcan espiritualmente y, por supuesto, que este trabajo me resulte remunerativo para poder seguir en carrera. De a ratos parece imposible; pero, por lo pronto, no me doy por vencida.