Foto:Gentileza.
Sincero, sin tapujos y de sencillo semblante. Promete con su presencia decirlo todo y no guardarse nada. “Los jóvenes escriben temblando, pero no de goce, sino de paranoia” afirma a modo de resumen Alan Pauls (Buenos Aires, 1959) al hacer referencia sobre el ejercicio actual del oficio de escribir en su reciente visita a la ciudad de Rosario el pasado jueves 22 de diciembre, en la sala Angélica Gorodischer de la Biblioteca Argentina, en lo que fue no solo una nueva edición del Encuentro Itinerante sino la presentación del último libro del autor: Fallar otra vez.
Provocadora afirmación de un autor más vigente que nunca. Un autor que aunque quiera quizás no pueda eludir el rol simbólico que ocupa en la literatura contemporánea de habla hispana o por lo menos en Argentina y Latinoamérica. Un escritor que en su narrativa nunca se apartó del contexto político que lo atraviesa, aunque siempre con sutiles alusiones o por las rutas laterales de sus profundas tramas, algo que muy bien dijo en su charla cuando definió su juventud en los años 70 como una juventud lúcida pero sin militancia política.
Alan Pauls desde hace cuatro años vive en Berlín donde dicta distintos talleres literarios con la consciencia clara que su lucidez le determina. Los talleres son peligrosos a pesar de su inadecuada denominación ya que el tallerista “no es un mecánico que debe arreglar algo”. El peligro siempre latente de que el culposo asistente termine escribiendo como su profesor. Afirma en su taller la idea que defiende desde su último libro de ensayo, “no rendirse ante el error y seguir escribiendo” a sabiendas quizás que la escritura resida en el error mismo.
Eugenia Arpesella en su charla con el escritor en el Encuentro Itinerante lo ubicó junto a César Aira como las dos plumas más influyentes de nuestras tierras en la actualidad. Alan Pauls mostró su resistencia a ocupar aquél lugar simbólico. Roberto Bolaño poco antes de su muerte, allá por el año 2003 en un artículo de su autoría para el suplemento Radar del diario Página 12 que se publicó justamente unos meses después de su fallecimiento (7 de diciembre del 2003) afirmó que conoció “al misterioso señor Pauls” gracias a la lectura de un cuento de su autoría que sobresalía, en una antología de grandes autores argentinos, por sobre las plumas de Ricardo Piglia y de César Aira.
El cuento en referencia es “El caso Berciani” y le valió al genio chileno no solo la enajenada e interminable lectura de la historia sino una fugaz amistad con el autor argentino que se sostuvo por intercambio de correspondencias. Aquél no solo fue el año de las correspondencias con Roberto Bolaño para Alan Pauls, sino el año de su merecida consagración con el Premio Herralde por su magistral novela “El Pasado”, consagración que el autor chileno tuvo cinco años antes con su clásico “Los detectives salvajes” (1998).
Alan Pauls presentó en Rosario su último libro de ensayos y habló de los problemas en la corrección de los textos propios y lo insano quizás de la actividad de corregir, aquello que termina siendo un texto ajeno. Borges supo decir que publicaba para dejar de corregir, Alan Pauls habló de Marcel Proust y James Joyce aunque se detuvo en César Aira y su método de fuga hacia adelante ante el error, algo que desarrolla en su reciente libro de ensayos resaltando la afirmación de Aira: “yo no corrijo”.
En el diálogo que mantuvo con las periodistas Eugenia Arpesella y Nancy Giampaolo afirmó sobre el autor argentino: “no creo que Aira sea insensible a las críticas de su método, me parece que la obra de Aira funciona con la crítica o por lo menos con cierta crítica universitaria, y sobre todo, quiero decirlo, rosarina. César Aira es un invento rosarino, de ustedes”. Se definió como amante del psicoanálisis y afirmó entre otras cosas que se puede escribir una buena obra, por más que respondan a las necesidades del mercado, sin abandonar el empuje hacia adelante. Un estímulo al público asistente, porque podemos escribir una excelente página a pesar de estar llenos de miserias. Una idea, una enseñanza que nos dejó Alan Pauls en su paso por Rosario.
Bio
Alan Pauls es escritor, crítico y periodista. Fue profesor de Teoría Literaria en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, jefe de Redacción de la revista Página/30 y subeditor de Radar, suplemento cultural de Página/ 12. Es autor, entre otras cosas, de las novelas El pudor pornógrafo, Wasabi, El pasado (Premio Herralde, 2003), la trilogía Historia del llanto, Historia del pelo e Historia del dinero; y de los ensayos El factor Borges, Temas lentos y Trance. Ha sido traducido a más de diez idiomas. El pasado fue adaptada al cine por Héctor Babenco en 2007.
Provocadora afirmación de un autor más vigente que nunca. Un autor que aunque quiera quizás no pueda eludir el rol simbólico que ocupa en la literatura contemporánea de habla hispana o por lo menos en Argentina y Latinoamérica. Un escritor que en su narrativa nunca se apartó del contexto político que lo atraviesa, aunque siempre con sutiles alusiones o por las rutas laterales de sus profundas tramas, algo que muy bien dijo en su charla cuando definió su juventud en los años 70 como una juventud lúcida pero sin militancia política.
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Alan Pauls desde hace cuatro años vive en Berlín donde dicta distintos talleres literarios con la consciencia clara que su lucidez le determina. Los talleres son peligrosos a pesar de su inadecuada denominación ya que el tallerista “no es un mecánico que debe arreglar algo”. El peligro siempre latente de que el culposo asistente termine escribiendo como su profesor. Afirma en su taller la idea que defiende desde su último libro de ensayo, “no rendirse ante el error y seguir escribiendo” a sabiendas quizás que la escritura resida en el error mismo.
Eugenia Arpesella en su charla con el escritor en el Encuentro Itinerante lo ubicó junto a César Aira como las dos plumas más influyentes de nuestras tierras en la actualidad. Alan Pauls mostró su resistencia a ocupar aquél lugar simbólico. Roberto Bolaño poco antes de su muerte, allá por el año 2003 en un artículo de su autoría para el suplemento Radar del diario Página 12 que se publicó justamente unos meses después de su fallecimiento (7 de diciembre del 2003) afirmó que conoció “al misterioso señor Pauls” gracias a la lectura de un cuento de su autoría que sobresalía, en una antología de grandes autores argentinos, por sobre las plumas de Ricardo Piglia y de César Aira.
El cuento en referencia es “El caso Berciani” y le valió al genio chileno no solo la enajenada e interminable lectura de la historia sino una fugaz amistad con el autor argentino que se sostuvo por intercambio de correspondencias. Aquél no solo fue el año de las correspondencias con Roberto Bolaño para Alan Pauls, sino el año de su merecida consagración con el Premio Herralde por su magistral novela “El Pasado”, consagración que el autor chileno tuvo cinco años antes con su clásico “Los detectives salvajes” (1998).
Alan Pauls presentó en Rosario su último libro de ensayos y habló de los problemas en la corrección de los textos propios y lo insano quizás de la actividad de corregir, aquello que termina siendo un texto ajeno. Borges supo decir que publicaba para dejar de corregir, Alan Pauls habló de Marcel Proust y James Joyce aunque se detuvo en César Aira y su método de fuga hacia adelante ante el error, algo que desarrolla en su reciente libro de ensayos resaltando la afirmación de Aira: “yo no corrijo”.
En el diálogo que mantuvo con las periodistas Eugenia Arpesella y Nancy Giampaolo afirmó sobre el autor argentino: “no creo que Aira sea insensible a las críticas de su método, me parece que la obra de Aira funciona con la crítica o por lo menos con cierta crítica universitaria, y sobre todo, quiero decirlo, rosarina. César Aira es un invento rosarino, de ustedes”. Se definió como amante del psicoanálisis y afirmó entre otras cosas que se puede escribir una buena obra, por más que respondan a las necesidades del mercado, sin abandonar el empuje hacia adelante. Un estímulo al público asistente, porque podemos escribir una excelente página a pesar de estar llenos de miserias. Una idea, una enseñanza que nos dejó Alan Pauls en su paso por Rosario.
Bio
Alan Pauls es escritor, crítico y periodista. Fue profesor de Teoría Literaria en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, jefe de Redacción de la revista Página/30 y subeditor de Radar, suplemento cultural de Página/ 12. Es autor, entre otras cosas, de las novelas El pudor pornógrafo, Wasabi, El pasado (Premio Herralde, 2003), la trilogía Historia del llanto, Historia del pelo e Historia del dinero; y de los ensayos El factor Borges, Temas lentos y Trance. Ha sido traducido a más de diez idiomas. El pasado fue adaptada al cine por Héctor Babenco en 2007.
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El Cine Club de la Asociación Médica de Rosario organizó un ciclo que promete “un fin de semana de culto” para la cinefilia local, con seis proyecciones de fílmicos en 16 milímetros, con la curaduría del especialista Fernando Martín Peña. Serán tres jornadas, que comenzarán con una charla de apertura en el Hotel Riviera, y que continuará con las funciones el sábado 2 y el domingo 3 de noviembre en la sala auditorio de la Médica, de Tucumán y España.
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