Belén Fedullo [email protected] El domingo 6 de junio, Brenda Guardia vivió una situación violenta que la llevó a hacer una denuncia. Según contó luego en sus redes sociales, su pareja, el funcionario Maximiliano Benedetto, le había propinado una golpiza en la que le sacó de lugar el codo y le dejó varios traumatismos. La fiscal Evelina Espinosa le tomó la denuncia y a partir de ahí, Concordia empezó a vivir días de desahogo.
La exposición pública del caso de Brenda no tomó tanta relevancia porque sí. Benedetto era el director del Parque San Carlos, un lugar con historia y mucha trascendencia. A la vez, es hijo de Luis Benedetto, exministro del gobierno de Gustavo Bordet y actual presidente de la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande. La familia es reconocida en la ciudad y también en la provincia.
Por ese nivel de vida pública, y luego de que la denunciante decidiera exponer la situación, otras personas se sintieron libres de contar su vivencia. “Me informaron que no es la primera vez que lo denuncian por violencia de género, solo espero que sea la última, apelo a la Justicia y espero que esto no quede impune como todas las otras denuncias”, había escrito la mujer que, hasta ese momento, era la pareja del funcionario que al día siguiente dejó su cargo.
Como un "me too" local Todo lo que pasó luego de ese domingo fue parecido a lo que sucedió cuando varias personas hicieron viral como hashtag en las redes sociales denuncias sobre abuso y acoso sexual, luego de las acusaciones contra el productor de cine y ejecutivo estadounidense Harvey Weinstein.
Una joven llamada Agustina Centurión, que también utilizó las redes sociales, fue la primera en animarse a contar que ella también tenía cosas para decir sobre Benedetto. “Este tipo me acosó por las redes sociales. Usaba su poder para convocar promotoras, pedía fotos de cuerpo entero. Sé que lo hizo con muchas más, hay que animarse”, dijo, en un video. No pasó mucho tiempo hasta que empezó a subir capturas de mujeres que le respondían, pedían anonimato y contaban situaciones similares que habrían vivido con el hombre señalado.
Lo de Agustina no quedó solo en las redes. Decidió también acercarse a la Fiscalía y hacer una denuncia formal. Al presentarse en las oficinas de los tribunales, Centurión aclaró que nunca tuvo contacto personal con Benedetto, sino que los hechos que relató habrían ocurrido de manera remota, a través de las redes. En el caso de que el Ministerio Público Fiscal considerara que se está en presencia de un presunto delito, este se encuadraría en la figura del grooming.
Casi en simultáneo, una menor de edad se hizo presente junto con sus padres en la Fiscalía para hacer otra denuncia contra Benedetto. Luego debieron tomarle declaración en Cámara Gesell.
El 9 de junio, luego de haber comenzado a allanar propiedades en las que el funcionario tenía pertenencias, lo detuvieron. No fue un pedido de prisión preventiva el que determinó esa decisión, sino que los investigadores entendieron que había entorpecido la investigación, ya que algunos testigos aseguraron que horas antes de los procedimientos en su domicilio y oficina, había ido a sacar algunos elementos. Esa detención liberó a una mujer más, y llegó la cuarta denuncia. Una mayor de edad fue a Tribunales y denunció a Benedetto por abuso sexual con acceso carnal.
Mientras todo eso sucedía, varias mujeres decidieron agruparse. Además de los testimonios en redes sociales, hicieron una protesta frente a los Tribunales para pedir que no concedieran la prisión domiciliaria al acusado, pero su deseo no se cumplió.
El lunes 14, el juez de Garantías Francisco Ledesma resolvió dictar 60 días de prisión domiciliaria para el ex director del Parque San Carlos. Además, ordenó que se le colocara una tobillera para controlarlo y que iniciara un tratamiento psicológico domiciliario. Todo esto, a pesar del pedido de la fiscal Evelina Espinosa, que coincidió en el tiempo, pero indicó que esos dos meses debían ser de prisión efectiva por el riesgo de entorpecimiento, fuga y amedrentamiento de las denunciantes. Además de los días y la modalidad de la prisión, el juez resolvió prohibir a Benedetto mantener contacto de ningún tipo y por cualquier medio con denunciantes y testigos de la causa, y no realizar manifestaciones en forma directa o indirecta relacionadas a la causa y que pueda aludir a denunciantes y testigos.
La decisión ocasionó furia entre las denunciantes. Fueron a la casa en la que el acusado cumplirá con la medida y empapelaron puertas y ventanas con carteles en los que lo acusan de “golpeador y abusador”. En esas horas, otras personas fueron a Tribunales con más denuncias. Aunque desde Fiscalía aún no oficializaron cuántas, de manera extraoficial trascendió que ahora, las personas denunciantes serían más de 10.
El coraje y el desahogo La semana del 7 de junio fue movida para los integrantes de la Fiscalía de Género y el viernes hubo una muestra más de lo que se generó. En esta oportunidad no hubo otra denuncia contra Benedetto, sino que el denunciado fue un realizador audiovisual que fue acusado de abuso por una familiar. La historia es fuerte. Pablo Fernando Ferrer fue señalado por una integrante de su familia que quedaba a su cuidado cuando sus padres se ausentaban. La mujer hoy es mayor de edad, tiene 28 años, y dijo haber sido violada desde que tenía 6 años por ese sujeto.
Los abusos por parte de su familiar habrían sido reiterados y cesaron, según su relato, cuando comenzó a menstruar.
La decisión de contar su historia y, sobre todo, de hacer la denuncia, no fue repentina. Hizo terapia con una psicóloga que ayudó a madurar el proceso, a poder deshacerse de las “culpas” y a estar preparada para poder exponer eso ante otra persona, aún con la tristeza que eso genera. Natalia decidió hablar, pero eso le llevó tiempo. En diálogo con MIRADOR ENTRE RÍOS contó cómo llegó a tomar esa determinación: “Hace tres años mi hermana, que tenía 12 años, me dijo que Fernando le estaba escribiendo mensajes inapropiados a sus amigas, de esa edad. Se me revolvió el estómago y pedí ayuda pero nadie sabía cómo aconsejarme. Luego mi esposa, Carolina, empezó a ayudarme, ella me aconsejaba y me contenía. Un día estábamos en una reunión familiar y alguien más dijo que él le mandaba mensajes a chicas y ahí decidí contarlo a todos. Después hice terapia y eso me ayudó, me preparé para hacer la denuncia y la hice ahora”.
“Cuando escuché lo que pasaba con Benedetto me puse muy mal, me movilizó, porque veía los testimonios y pensaba en lo que pasaron quienes estaban contando, sentí impotencia. Ese viernes fui a denunciar al que me violó, pero creo que fue más por el proceso interno por el que me sentía lista para hacerlo”, contó.
Fueron muchas las presiones que sufrió durante años, pensando en los demás, pero llegó el momento y pudo sacarse la carga: “Yo siempre pensaba que no iba a denunciar porque eso ocasionaría problemas, que no podía hacerlo. Ahora me siento liberada”, dijo.
La denuncia de la joven causó impacto en un reconocido trabajador de la cultura concordiense. Alejandro Rodríguez expuso en Facebook que también tenía algo para contar. “Fui violado”, escribió, y describió que una persona cercana a su familia abusó de él desde que tenía 4 años, hasta los 9. “Leí en Facebook la historia de una mujer que se animó a denunciar a un familiar y tomé coraje”, escribió. El relato es fuerte, luego prefirió no hacer más declaraciones, pero aseguró que la Justicia se está encargando y que “al que me cagó la vida le caerá todo el peso de la ley”. Por el mismo efecto, en Pueblo Liebig, departamento Colón, otro hombre denunció un abuso ocurrido en su infancia. Primero fue a la Justicia, luego lo denunció en las redes sociales, y después enfrentó al presunto abusador, un chofer de ambulancia, con quien terminó a los golpes.
“Guardé esto por 33 años y hoy me siento otra persona, me liberé, volví a nacer”, dijo Marcelo Sánchez, que hoy tiene 43 años. Y llamó a otros a animarse: “Sé que muchos pasaron por lo mismo con este tipo, que vayan a denunciarlo así paga por lo que hizo”, pidió en las redes.
Efecto dominó
Lo que parecía una denuncia más, entre tantas que se dan por día, terminó desembocando en una catarata de acusaciones contra un funcionario, alguien público. Eso, y la actuación de la Justicia, animaron a otros a descargarse y llevar sus casos al lugar que corresponde. Por esta vez, la noticia no es la lentitud de un sistema que parecía tener espacios acotados para abordar estas temáticas. En esta oportunidad ganaron la rapidez y el coraje.
