Deporte y literatura

Josefina Fernández, de pantera a escritora

La ex jugadora de la selección argentina de vóley, olímpica en Río 2016, dialogó en exclusiva con Mirador Provincial sobre su carrera y su actualidad. Además, habló del libro que lanzó recientemente: “Adentro Afuera” donde relata sus vivencias y reflexiona sobre experiencias del deporte y de la vida.
20-10-2021 | 11:15 |

Foto:Gentileza.
Ignacio Pueyo


La laguna Setúbal baña con su orilla al Club de Regatas Santa Fe, cuna de gran cantidad de deportistas olímpicos oriundos de nuestra ciudad. Allí, niños y jóvenes de todas las edades practican a diario, corren, gritan, entran y salen del club como un torbellino de adrenalina.

Las categorías de vóley del club entrenan en el estadio cubierto Tribu Mocoretá. Mientras las jugadoras practican, dos niños corren de acá para allá buscando y alcanzando las pelotas que se van lejos. El entrenador está atento. Mirá, estudia la situación y la considera una ventaja. A partir de ahora cada vez que los niños ayuden en las prácticas, el técnico les va a comprar un vaso de gaseosa. Ganan todos. Ninguno de los presentes sabe que una de esas alcanzapelotas improvisadas en pocos años será una de las panteras que le den la clasificación por primera vez en la historia a los Juegos Olímpicos a la selección argentina de vóley.

Esa niña, que debutó en primera con apenas 12 años, ahora ya mide un metro ochenta, y carga en sus hombros con una exitosa carrera en la selección argentina de vóley y en Europa. Josefina Fernández es, además, una de las pocas santafesinas en disputar un juego olímpico.

La deportista de 30 años dejó la actividad profesional a inicios de 2019, y pasó toda la cuarentena en la ciudad de Santa Fe. Alejada de las canchas, había algo en su interior que necesitaba ser contado. Se podría decir que el duelo, luego de dejar el vóley, se tradujo en un libro que sirvió como descarga y cable a tierra para Fernández.

Vivencias de pantera
“Adentro Afuera” no es necesariamente un libro de vóley. Tal vez ni siquiera sea un libro de deportes. Es una obra que pone en discusión aspectos de la vida cotidiana, elementos que tal vez naturalizamos y que no tienen por qué ser naturales. “Mi escenario fue una cancha de vóley, pero vos le podes cambiar el escenario: tu oficina, otro tipo de disciplina, un piano, lo que sea. El mensaje puede ir igual”, explica Fernández.

Se trata de un trabajo sumamente personal, y es por eso que la jugadora cuenta que en un principio no tenía expectativas en cuanto a la trascendencia del libro (que seguramente tendrá una segunda impresión).

“Al principio el objetivo fue solo escribir. A mí me agarró la pandemia acá en Santa Fe, y yo hacía muchísimos años que no estaba acá. Me agarra la pandemia, había parado de jugar, tenía un montón de cosas adentro, y yo sentía que tenía que sacar todo eso. Si bien era como un duelo lo que estaba viviendo, tenía que cerrar una etapa. Yo sola. La catarsis fue así. Mi catarsis fue escribiendo lo que se me venía, lo que salía. Cosas muy buenas y cosas durísimas” relata.

—Habrás tenido que hacer un gran trabajo de retrospectiva. Debe haber vivencias que te tocaron y que habrás tenido que sacarlas muy de adentro. ¿Cómo fue eso?
—Durísimo. Decía: “me estoy exponiendo”, eso pensaba yo. Estoy sacando lo mío, cosas que mis amigas de toda la vida lo leen y me dicen, “che, yo no sabía un montón de cosas que estás contando”.

En cuanto a las experiencias duras, Fernández detalla algunas cuestiones que la marcaron hasta el día de hoy. Una de ellas es el día en que debutó en primera con apenas 12 años; cuando relata que a la hora de ingresar a la cancha, la entrenadora saca del equipo a una jugadora oriunda de Esperanza que era pre-selección argentina. “Y la piba agarra la mochila y se va. Le tocaron el orgullo. Era un partido contra Banco que no me olvido más. Todas esas cosas mínimas que yo cuento, mucha gente no se dio cuenta, pasaron desapercibidas, pero a mí me marcaron” detalla con mucha pasión Fernández.

En ese sentido, uno de los temas que toca el libro es como muchas veces se naturalizan cuestiones que no tienen por qué ser naturales. “También hay muchas cosas de la selección. Por ejemplo, del tema de la comida: A los 13, 14 años, te decían ‘no le pongas queso a la pasta’ o ‘no comas pasta.’ ¿Cómo no voy a comer pastas? Y las cosas que nosotros armábamos para que no se enteren e ir a comprar una coca, unas galletitas, y después se terminaban enterando. Un montón de cosas que nadie las sabía, solamente nosotras que estábamos ahí” cuenta la deportista.

Por otra parte, la pantera propone alejarse de los extremos, para así poder disfrutar, sentir y gustar el deporte y la vida. En su experiencia personal, por ejemplo, no hubo cumpleaños de 15, salidas, ni nada por el estilo, debido a la gran autoexigencia que se imponía a ella misma. “Yo lo notaba mucho cuando volvía a Santa Fe y tenía a mi grupo de amigas. Que es mi grupo de hoy, que las hice en el club, en Regatas. Me decían, ‘mañana hay cumpleaños de 15’. ‘Che, yo no voy. Yo mañana entreno, o tengo que viajar a concentrar’. Yo a los 12 años ya jugaba en la primera del club, y entonces no podía. El viaje de egresados, por ejemplo, las cosas que hacían las chicas de mi edad yo nunca las hice. Salir, cumpleaños, eventos, fiestas, yo de eso cero. Porque era mi decisión, y yo por ahí ni siquiera me la cuestionaba” relata.

—¿Te arrepentís?
—No, para nada. No me arrepiento. Pero hay un último capítulo del libro que se llama La Vuelta, y habla de esto de mirar para atrás, por mucha gente que me preguntó si cambiaría algo. Sí, cambiaría un montón de cosas, tratando de no ser tan extremista. Por ejemplo, no es que no voy, sino que voy un ratito, la paso bien, disfruto, refuerzo los vínculos, y vivo la vida de una chica de 12, 13, 15 años normal. Para mí era todo diferente. Y fue así, hasta el día de hoy. Esas son cosas que sí las cambiaría, porque creo que no está bueno vivir en los extremos. Creo que en los grises uno la pasa mejor, hay cosas que se disfrutan más, quitarles dramatismo a las cosas malas, a los malos resultados. Compartir un montón de cosas. Esto me lleva a pensar eso, pero después las decisiones no las cambiaría. No, porque yo creo que todo ese recorrido me llevó a quien soy hoy, entonces estoy tranquila con eso.

Como cualquiera de nosotros que mira para atrás y piensa cómo podría haber hecho las cosas, Fernández reflexiona sobre sus vivencias, sin saber qué hubiese pasado en caso de hacer las cosas de otra manera. “Yo tengo compañeras que iban por los grises y llegaron igual. Está bien, con 20 centímetros más, con otra estructura física, pero llegaron igual. Obviamente no sabemos qué hubiera pasado si yo hubiera ido por los grises, si yo llegaba o no. Porque hay una realidad, que con mi estatura era muy difícil. A mí lo que me hacía distinta era el carácter, la personalidad, un montón de cosas que no tenían tanto que ver con…”

—¿Con el talento?
—Yo no era talentosa, yo entrenaba.

—Es la disciplina entonces.
—Exactamente. Y esa disciplina para mí era el extremo. Yo iba a hacer bien todo, hasta comer. Todo voy a hacer bien, porque me enseñaron y lo aprendí así. No conocí otra forma de hacerlo. Esto era repetitivo, durante muchísimos años, todos los días. No conozco otra forma de hacerlo.

Fernández destaca la disciplina, el carácter, y el corazón que marcaron a la selección durante la etapa en la que la integró. “De hecho lo que caracterizó al equipo que clasificó a Río de Janeiro y demás, fue eso. ‘Yo te juego con el corazón, y yo te gano con el corazón. Está bien, vos me sacás 20 centímetros, tenés todas las estadísticas y las facilidades del mundo, pero yo te gano’. Creo que nos llevó eso, pero es muy sufrido también, muy duro. Es muy desgastante, cansa. Cansó, y nos cansó a todas, porque hoy quedó solamente una” explica.

Dejar un legado

Otro de los objetivos del libro es que no se pierda en el tiempo todo ese esfuerzo y los logros obtenidos por toda una generación dentro del vóley. “Que no se pierda, porque a mí me parece que todo lo que hicimos fue extraordinario. Así como yo te estoy contando esto, mis compañeras seguramente vivieron lo mismo. No tengo dudas que vivieron lo mismo, porque desde los 12 años ya estábamos juntas en la selección. Si lo hubiese contado una de mis compañeras creo que también hubiera sido fantástico. Es la historia de todos, siempre hablo en plural porque fue un equipo, y se merece que quede en algún lado, que la gente la sepa, que no se olvide”, se confiesa la deportista.

Como la gran mayoría de los deportes, el vóley en Argentina no tiene la visibilidad que se merece, y eso quedó demostrado luego de ver el logro del seleccionado masculino obteniendo el tercer puesto en Tokio.

“Pasó ahora recientemente con la medalla que ganaron los chicos. Ganaron, fue un boom. Y a las dos semanas nadie se acordaba, los pibes no aparecieron más en la televisión. Es como que muchas cosas van pasando desapercibidas, o no se les da la importancia necesaria. Me da un poco de miedo eso también. Yo pensaba que no puede ser que no sirva para nada, que no quede nada. No puede quedar solo en nosotras que estuvimos ahí. Yo lo quiero pasar, transmitir. Me parece algo tan grande, un logro semejante no puede quedar solo en nosotros. Y no solo un resultado puntual, sino la carrera en sí” se explayó Fernández.

No obstante, lejos de los logros, los premios y los laureles, lo realmente importante va mucho más allá, y no puede medirse en esos términos. “A mí el deporte no me dio un juego olímpico, el deporte me dio valores, una identidad, me ayudó a descubrirla. El deporte me dio gente, me dio vínculos, y eso me parece que es lo importante de transmitir” cierra Josefina Fernández, la pantera que ahora también es escritora.

Trayectoria

Josefina Fernández jugó en Regatas, Gimnasia de La Plata, Cecell Lleida (España), Alba-Blaj (Rumania), Franches Montagnes (Suiza) y Fatum-Nyíregyhaza (Hungría). Con la selección disputó los Juegos Olímpicos 2016, los Panamericanos de Toronto 2015, los mundiales de 2014 y 2018, entre otros certámenes.



Temas: DEPORTES 
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