Ignacio Pellizzón


Tiempos de recuperación. Así lo están viviendo algunos clubes de Rosario que tratan de recobrar su masa societaria y volver a los niveles pre pandémicos. Con ímpetu salen a buscar a quienes tuvieron que bajarse de las cuotas mensuales por la crisis económica que generó (y genera) el covid-19 y tratar de ponerse de pie de cara a la temporada de verano.

Sin dudas, las instituciones de barrio están en el podio de las más golpeadas por el coronavirus. Prácticamente tuvieron que cerrar sus puertas para evitar gastos innecesarios y poder sobrevivir a los momentos más tormentosos de la pandemia.

Ahora, que los casos disminuyeron y que la población se sigue vacunando, las caras de los referentes son distintas. Clubes grandes y chicos apuestan a las colonias y a los abonos a piletas para seducir a quienes tuvieron que alejarse.

Según contó a Mirador Provincial, Sebastían Franco, el presidente de uno de los clubes más importantes y emblemáticos de la ciudad como es el club Provincial, ubicado en barrio Parque, pasaron un momento crítico, pero ahora empiezan a ver una luz al final del túnel.

“El promedio de socios del club ronda los 10 mil, pero en pleno confinamiento, cuando todo estaba muy complicado, llegamos a tener menos del 50%”, contó. Aunque todavía hay mucho camino por recorrer, reconoció que la situación “cambió” y en pleno proceso de recuperación ya cuentan con más de nueve mil socios.

La estrategia de la institución es armar un programa de verano “ambicioso”. Por ejemplo, la colonia -que ya comenzó- está “explotando de chicos”. La temporada de pileta, que también ya comenzó, está siendo cada vez más demandada. Inclusive, “hay muchos eventos” que se están organizando y que “cuentan con muchos participantes”.

El panorama en clubes más pequeños, pero también con historia y trayectoria en la ciudad, como es Atalaya, en pleno corazón de República de la Sexta, también se perfila el renacer. A diferencia de otras instituciones, en este club no hubo “muchas bajas de socios”, de hecho, paradójicamente, “se han hecho muchos nuevos”. Es que según explicó su presidenta, Sol Nieto, hay una necesidad de “encontrar” un espacio al aire libre para “poder salir” después de tanto encierro. Actualmente la institución cuenta con 900 socios y la cuota societaria cuesta 500 pesos mensuales.

Entre las novedades que disfruta el club, la reapertura de la pileta es la mejor noticia de todas. “La pileta genera un movimiento muy importante en la institución”, dijo. El resto de las disciplinas tracciona socios, pero no como la pileta, “es algo diferente”.

Para el verano todavía restan algunos detalles por delante, pero Nieto admitió que ya están pensando en cómo van a trabajar. “Creemos que será similar a lo que fue al anterior”, con lo cual podría ser una buena noticia.

Para muchas personas los clubes sociales son como una segunda casa. Son espacios para realizar deportes y disfrutar con amigos, pero también ambientes ideales para contener a los más chicos y educarlos con profesionales que están a disposición. Son pilares fundamentales de la sociedad.

Si bien parecía que los clubes de barrio iban a desaparecer hace algunos años, la militancia y el compromiso de los más jóvenes para tomar las riendas de las instituciones y reposicionarlas en los lugares donde merecen estar, generó un renacer que atrajo nuevamente a la gente a participar activamente de la vida de los clubes.

También, en los últimos años, los clubes vienen padeciendo embates económicos profundos. La resistencia de estos espacios es inconmensurable, pero la pandemia del coronavirus los tiene a maltraer a niveles sin precedentes en la historia reciente. Pese a ello, siguen luchando y las proyecciones de cara al verano son positivas, aunque la incertidumbre frente a las nuevas variantes de covid siguen latentes.