Político ejemplar

Lisandro de la Torre: vida y obra del “fiscal de la república”

Este mes se cumplió un nuevo aniversario de la muerte del político que enfrentó la corrupción y los negociados de La Década Infame.
30-01-2022 | 13:18 |

Se quitó la vida el 5 de enero de 1939.
Foto:Gentileza.
Lucía Dozo


“Desearía que mis cenizas fueran arrojadas al viento, me parece una forma excelente de volver a la nada, confundiéndose con todo lo que muere en el universo”, escribía Lisandro de la Torre en su última carta. Agobiado, aislado, fuertemente afectado por el asesinato del dirigente Enzo Bordabehere, renunció a su banca en enero de 1937. Desde entonces resultaron muy escasas sus apariciones públicas, ocupando la tribuna solo como conferencista. El 5 de enero de 1939, en la soledad de su departamento en calle Esmeralda 22 de Buenos Aires, se quitó la vida mediante un disparo de revólver en el corazón.

Lisandro De la Torre, el político que se había ganado el apodo “fiscal de la república”, nació en Rosario el 6 de diciembre de 1868. Fue abogado y escritor, además de fundador del periódico La República. Cursó sus estudios primarios y
secundarios en la Cuna de la Bandera y al egresar del Colegio Nacional, se trasladó a Buenos Aires para estudiar Derecho. A los 20 años se graduó como abogado con una tesis sobre el gobierno municipal y regresó a Rosario, donde tomó contacto con los círculos políticos opositores a la política de Juárez Celman, que pronto confluyeron en la formación de la Unión Cívica en 1889. En julio de 1890, se trasladó a Buenos Aires y participó activamente junto al sector de Leandro Alem en la Revolución del Parque. Contará años más tarde: “Yo estuve en muchas de las interioridades de la Junta Revolucionaria debido a la amistad que, a pesar de mi juventud, me mostraban Del Valle y Alem, y actué como centinela del gobierno revolucionario en su despacho del Parque y vi con mis ojos muchas cosas que no aparecen en los partes, que podrían vincularse a trascendentales acontecimientos posteriores”.

Tras la derrota de la Revolución del Parque, de la Torre apoyó a Leandro Alem y participó en 1891 en la creación de la Unión Cívica Radical, siendo uno de los principales referentes del nuevo partido en la provincia de Santa Fe. Durante la revolución radical de 1893, fue el jefe de operaciones en su provincia natal. Junto a un grupo de correligionarios se apoderó de la jefatura de policía de Rosario y avanzó con sus fuerzas, incrementadas por el apoyo popular hacia la capital de la provincia, donde llegó a proclamárselo como presidente del nuevo gobierno revolucionario. Pero en el resto de las provincias sublevadas los revolucionarios fueron siendo derrotados. Al quedar aislados, los radicales de Santa Fe debieron deponer su actitud.

En enero de 1896 murió inesperadamente Aristóbulo del Valle y en julio de ese mismo año se suicidó Alem. El radicalismo quedó acéfalo. De la Torre propuso la candidatura a presidente de Patricio Guido Gentile y una alianza con los mitristas para derrotar a Roca, pero encontró una estricta oposición del líder radical de la provincia de Buenos Aires, Hipólito Yrigoyen. En esas circunstancias decidió abandonar la UCR diciendo: “El Partido Radical ha tenido en su seno una actitud hostil y perturbadora, la del señor Yrigoyen, influencia oculta y perseverante que ha operado por lo mismo antes y después de la muerte del Doctor Alem, que destruye en estos instantes la gran política de la coalición, anteponiendo a los intereses del país y los intereses del partido, sentimientos pequeños e inconfesables”.

La declaración llevó a Hipólito Yrigoyen a desafiarlo a duelo, dejando a arbitrio del contrincante la elección de las armas. De la Torre, experto en esgrima, actividad que practicaba asiduamente en el Jockey Club, eligió como arma para la contienda el sable. El duelo ocurrió el 6 de septiembre de 1897 en los galpones portuarios de Catalinas Sur, en Buenos Aires. El resultado dejó una cicatriz en la mejilla de de la Torre, quien desde entonces y por esa razón usó barba.

La Liga del Sur
Tras el duelo y la ruptura con la nueva conducción radical, de la Torre volvió a Rosario y fundó un nuevo diario, La República, desde donde expondría sus ideas, cada vez más distanciadas de las de Yrigoyen. De la Torre fue abriendo un nuevo espacio político que se plasmará en 1908 en la conformación de un nuevo partido político, la Liga del Sur. El movimiento surgía para defender los intereses de los departamentos sureños de la provincia de Santa Fe, olvidados por los sucesivos gobiernos provinciales.

Finalmente, en 1914 diversos partidos provinciales confluyeron para conformar el Partido Demócrata Progresista (PDP). El 14 de diciembre de ese año se realizó la reunión constitutiva en el Hotel Savoy de Buenos Aires. Lisandro de la Torre fue elegido presidente del nuevo partido, acompañado por Joaquín V. González, Indalecio Gómez, Carlos Ibarguren, José María Rosa, Alejandro Carbó, Carlos Rodríguez Larreta y Mariano Demaría, entre otros.

Las bases demócratas progresistas estaban relacionadas con un programa de reformas que incluía una política de proteccionismo industrial, una reforma tributaria que gravara la riqueza y aliviara los impuestos sobre el consumo y la creación de una marina mercante nacional, entre otros proyectos.

El partido se instaló con fuerza en el sur de la provincia de Santa Fe y en particular en Rosario. En 1921, el PDP participó en la reforma de la Constitución de la Provincia de Santa Fe, influyendo en su contenido progresista, que incluía un régimen tributario progresivo, la autonomía municipal, la separación de la Iglesia del Estado, los derechos laborales, el voto femenino y hasta la división de los latifundios y entrega de tierra a los colonos.

En las décadas de 1920 y 1930 comenzaron a actuar en el PDP dirigentes como Mario Antelo, José y Carlos Gervasio Colombres, Vicente Pomponio, Julio Nobley, Enzo Bordabehere y Luciano Molinas.

El tratado de las carnes
El 1º de mayo de 1933, el vicepresidente Julio Argentino Roca (hijo) firmó en Londres el Pacto Roca-Runciman que ampliaba la cuota de exportación de carne vacuna al Reino Unido y sus colonias, pero establecía que el 85% del total de las exportaciones debía realizarse por medio de frigoríficos británicos.

Adicionalmente, se suscribieron cláusulas secretas que garantizaban el monopolio de los medios de transporte en manos de empresas británicas y creaban el Banco Central de la República Argentina con preeminencia de capitales británicos.

En 1935, Lisandro de la Torre inició una investigación sobre el comercio de carne, puesto que en el marco del Pacto Roca-Runciman esta actividad se encontraba sospechada de corrupción. En ese contexto, respondió dicha afirmación en los siguientes términos: “El gobierno inglés le dice al gobierno argentino no le permito que fomente la organización de compañías que le hagan competencia a los frigoríficos extranjeros”. En esas condiciones no podría decirse que la Argentina se haya convertido en un dominio británico, porque Inglaterra no se toma la libertad de imponer a los dominios británicos semejantes humillaciones. Los dominios británicos tienen cada uno su cuota de importación de carnes y la administran ellos.

La investigación se hizo pública en el Senado de la Nación en julio de 1935. Lisandro de la Torre acusó al frigorífico Anglo de evasión impositiva y señaló la existencia de un entramado de corrupción que involucraba al gobierno del presidente Agustín P. Justo y, en particular, al ministro de Hacienda, Federico Pinedo, y al ministro de Agricultura, Luis Duhau. El ministro de Agricultura llegó a amenazar en medio de la sesión al senador denunciante: “¡Ya pagará bien caro todas las afirmaciones que ha hecho!”.

Dos días después, el 23 de julio de ese año, Duhau agredió físicamente a de la Torre, arrojándolo al piso y escapando del recinto inmediatamente después. En medio del tumulto provocado, Ramón Valdez Cora realizó una serie de disparos con una pistola en dirección a de la Torre, que impactaron de lleno en el cuerpo de su discípulo y senador electo Enzo Bordabehere, quien estaba intentando proteger al senador de sus atacantes. Bordabehere falleció a causa de los disparos recibidos.

Pinedo y Duhau lo habían retado a duelo. Con Duhau se negó, por considerar que no era un caballero. Con Pinedo aceptó. Fue a pistola, al día siguiente del asesinato de Bordabehere. El ministro tiró a matar, pero erró. De la Torre disparó al aire. Pero ya era tarde: el debate por el negociado de las carnes se cerró, el gobierno intervino la provincia de Santa Fe, de la Torre renunció a su banca en 1937 y se retiró.

Aislado y agobiado, ese 5 de enero de 1939 dejó una carta dirigida a sus amigos: “Les ruego que se hagan cargo de la cremación de mi cadáver. Deseo que no haya acompañamiento público, ni ceremonia laica ni religiosa alguna, ni acceso de curiosos y fotógrafos a ver el cadáver, con excepción de las personas que ustedes especialmente autoricen”. Luego, sentado en su sillón de trabajo, se pegó un tiro en el corazón. La revista “Caras y Caretas” lo despedía: “Pierde el país uno de sus más grandes líderes políticos”.



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