La Escuela Agrotécnica 380

María Juana: cuando la escuela se vuelve un espacio de contención, inclusión y forma proyectos de vida

Desde el corazón de la Pampa Húmeda, el establecimiento educativo agrotécnico 380 de la localidad de María Juana supo avanzar en sus tres décadas de historia en un camino formador con fuertes vínculos personales con alumnos. Asisten 140 adolescentes de toda la región y 60 de ellos se alojan en el albergue de la institución. Empresas de la zona y productores recurren en busca de jóvenes para sumarlos a sus puestos de trabajo por la formación en el sector del agro. “Tenemos chicos con problemas que llegan y desde acá intentamos generarle entusiasmo para su posteridad”, cuentan directivos.
03-02-2022 | 9:44 |

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Foto: Gentileza.





Rodrigo Pretto


Desde el corazón de la Pampa Húmeda, la Escuela Agrotécnica 380 de la localidad de María Juana –departamento Castellanos– sobresale por su fuerte impronta social y educativa para los 140 alumnos que asisten buscando adquirir conocimientos pedagógicos que le permitan desarrollarse a futuro en universidades o, incluso, una salida laboral directa. El establecimiento, con un dictado de doble jornada escolar, cuenta con una residencia para albergar a 60 adolescentes. Y desde allí, más allá de las materias tradicionales de la currícula, se dictan prácticas vinculadas al agro. Las instalaciones poseen criaderos de animales, una estación meteorológica, un frigorífico de pollos, invernadero para cultivos bajo cubierta y hasta un área de industrialización con una planta de producción de dulce de leche. “Para nosotros la excelencia no es que el chico tenga todos 10, sino que se sienta seguro y salga con un proyecto de vida”, le dijo a este medio José Luis Motto, director y docente de la institución.

La escuela se fundó en marzo de 1989 luego de una movida local que pedía la creación de un establecimiento educativo con orientación agropecuaria. Y a menos de un año de la solicitud, el gobierno ya había dado el visto bueno. Todo se originó en la casa de quien cumplía la función de directora del establecimiento de educación primaria, que inicialmente funcionaba como jardín de infantes y en donde actualmente se encuentra la residencia para los alumnos. Hoy el albergue es un punto fuerte de la institución: allí se alojan 60 de los 140 jóvenes que concurren de diversas localidades y sectores rurales de un radio que abarca 150 kilómetros.

A María Juana llegan adolescentes de toda la región en busca de oportunidades. Se trata de una modalidad de doble turno con una duración de 6 años. La orientación agropecuaria pone al establecimiento en un lugar de privilegio al ubicarse geográficamente en plena Pampa Húmeda y a escasos kilómetros de la cuenca lechera más grande del país. “La terminalidad de la escuela es muy buena. Tenemos alumnos recibidos que luego lograron su título universitario como ingenieros agrónomos o veterinarios. Y los chicos que finalizan y no desean ir a la universidad tienen una muy buena salida laboral. Recibimos constantemente consultas de empresas o productores agropecuarios de la zona que llaman para pedirnos recomendaciones de alumnos que estén por terminar para incorporarlos”, indicó Teresa del Valle Álvarez, vicedirectora de la institución.

La escuela como espacio de contención
Al día de hoy, existen 140 alumnos de entre primero y sexto año que asisten a estudiar. “Trabajamos muy fuerte en la contención de los chicos porque son adolescentes que están más tiempo con nosotros que con su familia”, reconoció Motto. Con esquema de doble jornada educativa, directivos intentan transmitir y generar disciplina, prácticas diarias, y aprendizaje del uso y ordenamiento del tiempo. “A muchos los ayuda reduciendo las horas de calle y la utilización de pantallas”, confiaron.

A su vez, y de forma paralela, la residencia funciona como espacio de contención para los 60 adolescentes que allí se alojan de lunes a viernes. “No es un pabellón de chicos. Tenemos jóvenes con problemas personales que llegan al establecimiento y desde acá intentamos generarle entusiasmo para su futuro, inclusión”, indicó Alfredo Castelli, celador del albergue estudiantil.

La Escuela Agrotécnica fue creciendo con el correr de los años y a lo largo de sus tres décadas experimentó un vertiginoso y fuerte cambio estructural. Actualmente cuenta con un gran espacio físico que fue evolucionando y sumando aulas. Logró quedarse con un terreno que fue donado y alquiló un campo de 6 hectáreas donde se realizan prácticas: allí se produce alfalfa sin agroquímicos para abastecer a los animales del establecimiento y destinar rollos excedentes a la venta para generar recursos.

Además de las materias pedagógicas tradicionales incluidas en la currícula, las aulas prácticas encuentran un fuerte sentido de pertenencia para los alumnos. “Tenemos conejos, corderos, gallinas, una estación meteorológica que nos conecta con una web de la Comuna a la cual la ciudadanía puede acceder para conocer el estado del tiempo de manera real. Es una forma de tener visitas virtuales”, contó Del Valle Álvarez.

Así, muchas de las unidades se denominan didáctico-productivas, donde el objetivo principal se basa en desarrollar conocimientos en el mismo espacio dejando de lado la generación de recursos con la producción obtenida. “Como directivos tenemos una mirada particular, y es que la atención del docente se concentre en el alumno y no en la gallina. Los animales y la huerta son elementos para que los chicos aprendan. Nos damos por satisfechos como establecimiento cuando los jóvenes tienen su proyecto de vida con las herramientas adquiridas en la escuela. Eso es lo que buscamos en medio de la realidad social que atravesamos”, confesó Motto.

Conociendo la cadena de valor
En sus instalaciones, la Escuela Agrotécnica supo montar diferentes áreas productivas junto a criaderos de animales, terrenos de cultivos frutales y un invernadero para la producción de hortalizas bajo cubierta. “Todo esto tiene un sentido. Buscamos que los chicos vean toda la cadena de valor. Que conozcan desde el origen hasta el final de los productos y su conservación”, contó Motto.

Así las cosas, en el establecimiento funciona un frigorífico de pollos. Y si bien la cantidad de aves para abastecerlo es escasa, lograron mutar su trabajo para que la puesta en marcha sea estática. “El espacio está hecho para utilizarse todos los días, aunque no lo podamos hacer. Por eso la faena se realiza en determinados momentos y cuando la producción propia llega al número deseado”, detallaron.

Pero eso no es todo. También existe un área de industrialización con maquinaria completa que incluye una pequeña planta de producción de dulce de leche y una planta pasteurizadora. Ahora, todos los cañones apuntan a conseguir aportes para adquirir una ensachetadora. “El sentido de esto sería autoabastecer la residencia o bien vender a costo a instituciones locales”.

Los alumnos de la Escuela Agrotécnica también destinan parte del año a la producción de chacinados, siendo uno de los pocos lugares que continúan con carneadas bajo tradicionales métodos y sin el uso de tecnologías de avanzada. “Los chicos tienen un espacio donde, también, producen escabeches y dulces con los frutales existentes”, contó Castelli.

Un tambo, camino a la recuperación
Una fuerte inundación en el año 2015 pegó fuerte en las instalaciones de la escuela. Y una de las áreas más perjudicadas fue el tambo montado en el predio, siendo víctima del fenómeno climático. Así, debieron trasladar las vacas existentes al campo de un productor local y abandonar la producción. Pero ahora las ilusiones se renovaron. “Estamos en el camino de volver a armar el espacio para agregar mayor valor educativo”, se entusiasmaron.

Preparados para manipular alimentos
Mediante un convenio con la Agencia Santafesina de Seguridad Alimentaria (ASSAL) y la Comuna local, todos los alumnos que allí asisten están obligados a aprobar el curso de manipulador de alimentos. La herramienta, al final del camino, es un valor agregado a la hora salir al mercado laboral o impulsar un micro emprendimiento.

A su vez, ahora lograron sumar una capacitación de inseminación artificial, aunque la misma será optativa. “Para nosotros la excelencia no es que el chico tenga todos 10, sino que se sienta seguro y salga con un proyecto de vida. Eso es lo que le va a permitir defenderse en la vida. Eso no quiere decir que no valoremos el estudio en sí. Uno de los componentes que valoramos es la inclusión y el afecto con los jóvenes. Tratamos de que la relación con ellos sea lo más llana posible, más allá que existen autoridades y jerarquías que se respetan”, indicaron los directivos.

Inclusión como materia principal
En los últimos años el establecimiento educativo avanzó con la integración de alumnos de la escuela especial de la localidad. Y los resultados, aseguraron, sorprendieron. “Nos hizo ver que la institución puede aportar mucho a la sociedad y todo lo que esos chicos nos aportan. Parece que vienen necesitando todo y resulta que nos terminan dando un montón, generando en su grupo una relación diferente. Necesitan ayuda, pero le hacen ver a sus compañeros que al compartir esas diferencias y ayudándose en las mismas, es donde la persona crece realmente”, deslizó Motto.



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