Gonzalo y Carolina contaron a MIRADOR ENTRE RÍOS su reclamo por justicia.
Belén Fedullo
[email protected]
El lunes 14 de marzo, Carolina Rohor concurrió a un centro privado en San Salvador para realizarse una ecografía. Cursaba el octavo mes de embarazo y debía hacer un chequeo, pero todo se oscureció cuando le dieron la peor noticia: no había signos vitales, su embarazo se había detenido.
Los médicos le explicaron que debía someterse de manera urgente a una cesárea para sacar el cuerpo de su bebé de su interior. Aturdida, tomó sus cosas y fue trasladada al hospital Delicia Concepción Masvernat de Concordia para la intervención quirúrgica. Lejos de su familia, solamente la acompañó su pareja, Hugo Gonzalo Folz.
Según los registros, ingresó al nosocomio a las 14.30 del lunes. Luego de la operación, tanto a ella como a su pareja les hicieron entrega del cuerpo del bebé envuelto en una friselina y los dejaron con él durante 15 minutos, para conocerlo y despedirlo. Después de eso se lo llevaron a la morgue del lugar, en donde debían seguir los pasos formales para entregar después al bebé, que podría tener un velatorio.
Eso nunca sucedió. Carolina fue dada de alta el martes, y en ese momento les entregaron el acta de defunción fetal a nombre de Benicio, documento que fue acompañado por una autorización de sepultura.
Cuando todo parecía estar dentro de los parámetros normales, y la familia, aún con el dolor a cuestas, quiso avanzar al siguiente paso, encontró un obstáculo, el peor que podrían haberse imaginado. Un empleado de la casa de sepelios que habían contratado se hizo presente en el hospital con toda la documentación que habían entregado a los padres de Benicio, pero luego de buscar y buscar, le dijeron que el cuerpo no estaba y que no sabían qué había sucedido. Al revisar las actas, figuraba el ingreso del cuerpo a las 18.30 del lunes, y no había registro de egreso.
Luego de varias averiguaciones, llegó una respuesta: habían llevado por error el cuerpo entre los residuos patológicos. “El jefe de la morgue fue el que habló conmigo, me dijo que seguramente el cuerpo fue llevado por error, y que todo lo que habían llevado ya había sido incinerado”, contó Gonzalo, padre del bebé.
Familiares y amigos de la pareja comenzaron a hacer publicaciones en Facebook. Los papás dieron algunas entrevistas y el hecho se viralizó.
El hospital dio una explicación llena de tecnicismos, en la que planteaban que decidieron “realizar un seguimiento detallado de la situación para determinar si el protocolo establecido para estos casos fue realizado conforme al mismo” y que pudieron “determinar la trazabilidad de los hechos, tras la recopilación de distintos elementos documentales y de videos”.
Lo cierto es que los días siguieron pasando y, a pesar de haberse reunido con autoridades del hospital, la familia sigue esperando una respuesta.
El relato de Carolina y Gonzalo es duro, tanto como lo que vivieron, pero quieren graficar, con sus palabras, lo que les sucedió.
“Parece una pesadilla. Mi bebé no tenía vida, me lo sacaron, lo pudimos conocer y luego de vestirlo lo llevaron a la morgue con la promesa de dármelo luego para la sepultura. Cuando vinieron de la casa de sepelios no estaba. Nos desesperamos, buscamos en todos lados, y luego nos dijeron que por error se lo llevaron con los residuos y lo incineraron. Es algo que nadie nunca debería vivir”, dijo Carolina a MIRADOR ENTRE RÍOS.
Gonzalo, por su parte, relató: “No caía cuando me decían que había desaparecido de ahí, no entendía. Empezamos a buscar en todos lados, en la morgue, hablamos con el abogado del lugar, buscábamos respuestas porque alguien debía hacerse responsable y respondernos. Ellos tenían escrito en el acta de ingreso todo, estaba registrado que el cuerpo de nuestro hijo había ingresado, pero no había horario de salida ni nada”.
Pero en toda la confusión hay algo que consideran de gravedad. “Nadie nunca nos explicó por qué lo pusieron en una bolsa, era un bebé bien formado, con su cuerpo. Nadie nos pudo explicar nada porque además no nos hicieron firmar nada, no tenían consentimiento para hacer nada, así que no sé por qué actuaron así”, afirmó el papá.
“Queremos que nos digan quién es responsable, porque nos cuentan que accedieron a las cámaras, eso nos dice el director del hospital, pero nadie se hizo responsable hasta ahora. No sabemos qué pensar realmente, por eso tenemos un abogado y hasta no tener respuestas no vamos a parar”, aseguró Carolina.
Luego de que Gonzalo hiciera la denuncia en la Comisaría Cuarta de Concordia, intervino la Justicia. La causa recayó en manos del fiscal Martín Núñez, quien una semana después estableció que no había imputación posible en el fuero penal.
“Decidí desestimar la causa porque no había delito. No todas las equivocaciones configuran un delito penal, independientemente de que se haya iniciado un sumario para ver la responsabilidad administrativa de una enfermera", explicó Núñez.
Según el fiscal, la decisión se basó puramente en lo que establecen las leyes. “Estudié bien el caso, leí algunos antecedentes y consulté con colegas. Puede haber responsabilidad civil o indemnización por daños y perjuicios, pero no hay artículo del Código Penal que prevea esa conducta como un delito”, contó.
La noticia cayó como un balde de agua fría para la familia, que se enteró en San Salvador, pero no por un llamado desde la Justicia, sino por las noticias. “Nos enteramos por los medios de lo que dijo el fiscal, que para nosotros no se está manejando bien. En lugar de informarnos formalmente cómo avanza la causa, qué pruebas tiene, qué sucedió, lo hizo con periodistas. Tampoco hablaron con nuestro abogado, así que no entendemos bien por qué sucede esto y las cosas son así”, indicó Carolina a MIRADOR ENTRE RÍOS.
“A pesar de las desprolijidades, seguiremos con nuestro reclamo. Pasó más de una semana y recién nuestro abogado tuvo acceso a las pruebas y pudo explicarnos en qué se basaron para decir que no podría haber un tratamiento penal y una pena con cárcel para el caso. Así sean sanciones administrativas, queremos que quien sea culpable por lo que nos pasó tenga su castigo, es lo que merecemos”, concluyó la mamá.
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El lunes 14 de marzo, Carolina Rohor concurrió a un centro privado en San Salvador para realizarse una ecografía. Cursaba el octavo mes de embarazo y debía hacer un chequeo, pero todo se oscureció cuando le dieron la peor noticia: no había signos vitales, su embarazo se había detenido.
Los médicos le explicaron que debía someterse de manera urgente a una cesárea para sacar el cuerpo de su bebé de su interior. Aturdida, tomó sus cosas y fue trasladada al hospital Delicia Concepción Masvernat de Concordia para la intervención quirúrgica. Lejos de su familia, solamente la acompañó su pareja, Hugo Gonzalo Folz.
Según los registros, ingresó al nosocomio a las 14.30 del lunes. Luego de la operación, tanto a ella como a su pareja les hicieron entrega del cuerpo del bebé envuelto en una friselina y los dejaron con él durante 15 minutos, para conocerlo y despedirlo. Después de eso se lo llevaron a la morgue del lugar, en donde debían seguir los pasos formales para entregar después al bebé, que podría tener un velatorio.
Eso nunca sucedió. Carolina fue dada de alta el martes, y en ese momento les entregaron el acta de defunción fetal a nombre de Benicio, documento que fue acompañado por una autorización de sepultura.
Cuando todo parecía estar dentro de los parámetros normales, y la familia, aún con el dolor a cuestas, quiso avanzar al siguiente paso, encontró un obstáculo, el peor que podrían haberse imaginado. Un empleado de la casa de sepelios que habían contratado se hizo presente en el hospital con toda la documentación que habían entregado a los padres de Benicio, pero luego de buscar y buscar, le dijeron que el cuerpo no estaba y que no sabían qué había sucedido. Al revisar las actas, figuraba el ingreso del cuerpo a las 18.30 del lunes, y no había registro de egreso.
Luego de varias averiguaciones, llegó una respuesta: habían llevado por error el cuerpo entre los residuos patológicos. “El jefe de la morgue fue el que habló conmigo, me dijo que seguramente el cuerpo fue llevado por error, y que todo lo que habían llevado ya había sido incinerado”, contó Gonzalo, padre del bebé.
Familiares y amigos de la pareja comenzaron a hacer publicaciones en Facebook. Los papás dieron algunas entrevistas y el hecho se viralizó.
El hospital dio una explicación llena de tecnicismos, en la que planteaban que decidieron “realizar un seguimiento detallado de la situación para determinar si el protocolo establecido para estos casos fue realizado conforme al mismo” y que pudieron “determinar la trazabilidad de los hechos, tras la recopilación de distintos elementos documentales y de videos”.
Lo cierto es que los días siguieron pasando y, a pesar de haberse reunido con autoridades del hospital, la familia sigue esperando una respuesta.
En primera persona
El relato de Carolina y Gonzalo es duro, tanto como lo que vivieron, pero quieren graficar, con sus palabras, lo que les sucedió.
“Parece una pesadilla. Mi bebé no tenía vida, me lo sacaron, lo pudimos conocer y luego de vestirlo lo llevaron a la morgue con la promesa de dármelo luego para la sepultura. Cuando vinieron de la casa de sepelios no estaba. Nos desesperamos, buscamos en todos lados, y luego nos dijeron que por error se lo llevaron con los residuos y lo incineraron. Es algo que nadie nunca debería vivir”, dijo Carolina a MIRADOR ENTRE RÍOS.
Gonzalo, por su parte, relató: “No caía cuando me decían que había desaparecido de ahí, no entendía. Empezamos a buscar en todos lados, en la morgue, hablamos con el abogado del lugar, buscábamos respuestas porque alguien debía hacerse responsable y respondernos. Ellos tenían escrito en el acta de ingreso todo, estaba registrado que el cuerpo de nuestro hijo había ingresado, pero no había horario de salida ni nada”.
Pero en toda la confusión hay algo que consideran de gravedad. “Nadie nunca nos explicó por qué lo pusieron en una bolsa, era un bebé bien formado, con su cuerpo. Nadie nos pudo explicar nada porque además no nos hicieron firmar nada, no tenían consentimiento para hacer nada, así que no sé por qué actuaron así”, afirmó el papá.
“Queremos que nos digan quién es responsable, porque nos cuentan que accedieron a las cámaras, eso nos dice el director del hospital, pero nadie se hizo responsable hasta ahora. No sabemos qué pensar realmente, por eso tenemos un abogado y hasta no tener respuestas no vamos a parar”, aseguró Carolina.
Sin imputaciones
Luego de que Gonzalo hiciera la denuncia en la Comisaría Cuarta de Concordia, intervino la Justicia. La causa recayó en manos del fiscal Martín Núñez, quien una semana después estableció que no había imputación posible en el fuero penal.
“Decidí desestimar la causa porque no había delito. No todas las equivocaciones configuran un delito penal, independientemente de que se haya iniciado un sumario para ver la responsabilidad administrativa de una enfermera", explicó Núñez.
Según el fiscal, la decisión se basó puramente en lo que establecen las leyes. “Estudié bien el caso, leí algunos antecedentes y consulté con colegas. Puede haber responsabilidad civil o indemnización por daños y perjuicios, pero no hay artículo del Código Penal que prevea esa conducta como un delito”, contó.
La noticia cayó como un balde de agua fría para la familia, que se enteró en San Salvador, pero no por un llamado desde la Justicia, sino por las noticias. “Nos enteramos por los medios de lo que dijo el fiscal, que para nosotros no se está manejando bien. En lugar de informarnos formalmente cómo avanza la causa, qué pruebas tiene, qué sucedió, lo hizo con periodistas. Tampoco hablaron con nuestro abogado, así que no entendemos bien por qué sucede esto y las cosas son así”, indicó Carolina a MIRADOR ENTRE RÍOS.
“A pesar de las desprolijidades, seguiremos con nuestro reclamo. Pasó más de una semana y recién nuestro abogado tuvo acceso a las pruebas y pudo explicarnos en qué se basaron para decir que no podría haber un tratamiento penal y una pena con cárcel para el caso. Así sean sanciones administrativas, queremos que quien sea culpable por lo que nos pasó tenga su castigo, es lo que merecemos”, concluyó la mamá.
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La segunda fecha de la competencia provincial marcó, además, el ingreso de 5.000 nuevos visitantes a la ciudad. “Se generó muchísimo movimiento en bares, hotelería, comercios, estaciones de servicios y supermercados. Eso lo ganó la comunidad en general, no fue dinero que paró en el Municipio”, explicó el representante del Centro Comercial de la localidad ante entidades superiores del sector, Néstor Cravero.
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