Teatro e historia

Ramírez, un musical folk que se anticipa al bicentenario de la República de Entre Ríos

 
25-08-2019 | 19:26 |

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Para el escritor gualeyo Daniel González Rebolledo, el estreno de su obra es un “nuevo sueño que se concreta”. Foto: Gustavo Cabral



Carlos Marín
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Curiosidad y riesgo son dos términos que parecen oportunos para calificar el derrotero existencial de Daniel González Rebolledo. Este gualeyo –que desde la comarca se proyecta hacia otros horizontes más amplios a través de su producción cultural– ha incursionado en disciplinas diversas. El teatro (como actor y director) y la literatura (como poeta, novelista y ensayista) han sido terrenos fértiles para su caudal creativo. Desde la dramaturgia con obras como “La Yegua Blanca” o “Sexalescencia” hasta el rescate histórico de “Los Kennedy del Sur”, González Rebolledo ha recorrido un camino que, en un momento lo llevó a vincular un particular enfoque sobre una personalidad histórica central en la provincia con el teatro.

Así nació “Ramírez. Un musical folk” que luego de 10 años de espera, se estrenó el martes 20 en el Teatro Municipal 3 de Febrero, de Paraná. La puesta, integrada por actores seleccionados a partir de un casting que se convocó oportunamente, es dirigida por Mario Martínez y cuenta con la dirección musical de Eduardo Retamar.

Se trata de un desafío de magnitud que el autor, el puestista y el director musical están dispuestos a correr. Ambos conocen del gusto por el riesgo, y en un proceso controlado están dispuestos a afrontarlo para que el público pueda conocer esta historia en la que el escritor gualeyo expondrá algunas tesis sobre Ramírez y su rol en la construcción de lo que conocemos como Entre Ríos.

Quimera concretada

Para el dramaturgo, este “nuevo sueño que se hace realidad” ha sido una experiencia “enriquecedora”, por la posibilidad de compartir el proceso “con otras subjetividades creativas” como el director y el músico. También con un elenco “que se bancó ensayos semanales de muchas horas de duración. Y que despertó al interés por investigar y conocer más de la historia y de la biografía del Supremo Entrerriano”. El intercambio es “una de las cosas más lindas que me sucedió con este equipo con el cual tratamos de mostrar a Ramírez desde un lugar poco usual”.

Ese enfoque, señala, “será algo nuevo” para el público ya que en esta historia el autor refuta la posición de “traidor a Artigas” que sostiene una corriente historiográfica.

Para González Rebolledo, en una contextualización que rechaza juicios categóricos que sólo abonan a posiciones clausurantes, lindantes con el fanatismo, Ramírez y Artigas “fueron dos jefes políticos, y doy a la palabra ‘político’ todo el peso que le corresponde, en una época determinada, con un contexto y una historia determinadas, con biografías también determinadas y con una resolución –en última instancia por las armas– de un conflicto entre estos dos jefes políticos en el que hay un vencedor y un vencido”.

Este enfoque motivó al autor al convencimiento de que la vida de Ramírez merecía ser tratada “desde las manifestaciones del arte”. Fue allí que pensó en escribir desde distintos géneros. De ello ha nacido un “Romance para la Delfina”, una novela inconclusa sobre el Supremo Entrerriano. Pero finalmente prevaleció la idea de que la propuesta “tenía que ser teatro, tiene que ser texto dramático. Y sobre todo estar enmarcada en algo diferente, que no es habitual, que es tener un marco musical con sonoridad folk. Y también añadió la danza. Por eso, sostiene el escritor “propongo una forma poco común de presentar a un héroe de nuestra historia”.

Convicciones

En 2008, un intento por llevar a escena “Ramírez” no prosperó. La complejidad del proyecto fue demasiada para las posibilidades de aquel momento. En esta versión se contó con el patrocinio del Instituto del Seguro (Iapser), por lo que las funciones son con acceso libre y gratuito.

“Que el Instituto colabore para que la gente pueda ver este trabajo de modo gratuito, en este momento crítico que vivimos, me hace muy feliz”, asegura González Rebolledo.

En el texto original se planteó para la puesta un coro al modo griego clásico, que dé cuenta y testifique sobre la historia en base a lo que acontece con los protagonistas. Ese coro contiene a las “soldaderas”, “las ‘chinas’ que iban detrás del ejército como auxiliares de enfermería, como cocineras, como mujeres de los soldados”. Se trata de una voz polifónica que además de cantar sostiene la acción. Pero, aclara el autor “esto no tenía por qué ser en ‘modo Broadway’, que es lo que estamos acostumbrados a ver, sino estar planteado desde un lugar cercano a nuestra idiosincrasia”.

“No tengo la certeza si ese ‘modo nuestro’ en lo musical es lo que intenté reflejar en esta puesta. Pero tengo la convicción de que una vidalita, un triunfo, un tango son especies musicales que son coherentes con este planteo sonoro que enmarca el accionar de los personajes”.

El personaje protagónico es Pancho Ramírez. “De él todos tenemos una imagen”. Esto representó un desafío para el autor, que debió responder a la pregunta: “¿Cuál es el Ramírez que quiero mostrar? Propongo un Francisco Ramírez que está poco tiempo en escena. “Cuidé mucho al Supremo. Y por eso pensé en intervenciones cortas, pero tan potentes, que hagan que la gente no olvide que estuvo en escena por breve que esa participación haya sido”.

Y en ese punto, se pregunta González Rebolledo ¿quiénes estaban a su alrededor en la intimidad? “Las mujeres”, responde. Aparece entonces Tadea Jordán –mujer de carácter– también la novia olvidada y La Delfina. A ellas se suma, entre los personajes, una de las dos hermanas mayores del caudillo. Finalmente incluye a Segunda Calvento, que tuvo cuatro hijos con Justo José de Urquiza.
En ese ambiente íntimo que tiene a las mujeres como protagonistas privilegiadas, González Rebolledo confrontará dos visiones de la vida, diferentes y antagónicas, en una escena que, adelanta el autor “creo que al público le interesará mucho”.

Estas mujeres, junto a seis personajes varones, que son Ramírez y sus oficiales de confianza, son el núcleo de la trama de esta historia apasionante.

A este grupo se suma “Pedraza”, señalado como el ejecutor material del “Supremo”. El “tuerto Pedraza” es quien –a instancias de otro personaje en la obra– degüella a Ramírez y ultima a La Delfina como consumación de la tragedia.

Otros públicos

Para el autor hay una deuda por saldar: que esta obra sea vista por el público de Concepción del Uruguay. “Hace mucho tiempo que estoy con este proyecto y entiendo que se debe a los habitantes de esta ciudad que la obra pueda presentarse allí como una prioridad”, dice.

“Ojalá pueda verse en otros lugares. Aunque comprendo perfectamente las limitaciones porque somos 60 personas en escena. Por lo tanto es posible que sea representada en salas con escenarios de grandes dimensiones. De allí –concluye González Rebolledo– que el Teatro 3 de Febrero se presente como un espacio apropiado para la puesta”.

Hay un detalle que, en la charla, el escritor subraya: “Jorge Busti fue el único gobernador que, por lo que conozco, hizo algunas gestiones para trasladar la cabeza de Francisco Ramírez desde Santa Fe hasta Entre Ríos, donde debió haber estado siempre”.

Lo menciona porque la ubicación de los restos es clave en la puesta del dramaturgo gualeyo. La desaparición de la cabeza de Ramírez –que del escritorio de Estanislao López es trasladada a un ámbito sacro– es una de las causas que movilizará a Tadea Jordán y otras mujeres para recuperarla.

A dos siglos de la batalla de Cepeda, que se recordará el año próximo, y de la creación de la República de Entre Ríos, Daniel González Rebolledo –junto al director Mario Martínez, el elenco y todo el equipo de producción– considera que el estreno de “Ramírez. Un musical folk”, “en este momento no es casual”. Y que la obra, “a pesar de transcurrir 200 años atrás plantea temas de completa vigencia hoy, que aún discutimos y procuramos mejorar”. Entre ellos el federalismo; el rescate de los restos de un ser amado –que ya se plantea en la tragedia griega– y la carga pasional de personajes femeninos que son los pilares dramáticos sobre los que está armada la trama “para que Pancho Ramírez quede muy cuidado en esta ficción en que las mujeres tienen un gran lugar”.

Funciones

La obra que se estrenó el martes 20, podrá verse el miércoles 4 de septiembre y el martes 1° de octubre, a las 20.30 en el Teatro Municipal 3 de Febrero.

Un hito luminoso

Revisar y releer la historia provincial desde la dramaturgia es una veta riquísima que, pese a todo lo que se ha producido por autores de la provincia, apenas si ha sido explotada en toda su riqueza y potencial.

Es que atreverse con personalidades de peso en el acontecer histórico, que despiertan pasiones y debates, resulta un desafío de magnitud. Como antecedentes más o menos próximos puede mencionarse una mega producción concebida por Jorge Mockert y compuesta en el año 2000 –aún sin estrenar– que toma como figura central a Urquiza. También a una puesta basada en la novela “Luna Federal”, de Susana Bilbao, que llevó a escena Paula Righelatto. Y más reciente, la puesta de “El acampe” que sobre el éxodo oriental representó el grupo “Qué ves cuando me ves”, con dirección de Lidia Smith.

En esa línea, la presentación de Ramírez, un musical folk, constituye un hito luminoso. Con una concepción visual y estética cuidada hasta el detalle –mérito del director y escenógrafo Mario Martínez– el estreno –que tuvo lugar el martes en el Teatro, con la capacidad colmada– permitió al público apreciar que la tarea del autor, como la director escénico (Martínez) y el musical –Eduardo Retamar, quien compuso la banda sonora y los arreglos– estaban a la altura del desafío que representa llevar a escena parte de la historia de Francisco Pancho Ramírez. Uno de los interrogantes previos era cómo González Rebolledo había resuelto el ensamble entre textos, canciones y música. La pregunta tuvo una respuesta inobjetable en cuanto al balance y el equilibrio en el ensamble, ya que palabras y música se conjugaron para potenciar la acción.

En la historia, cuyo eje central transcurre en un momento posterior a la muerte del líder, en 1821, el Supremo es encarnado con solidez y contundencia por Raúl Eusebi. Inés Ghiggi supera con creces la exigente prueba que supone personificar a Tadea Jordán, madre del protagonista. Su trabajo expone su consolidación y madurez actoral. Tanto como el desempeño de Paula Godone (Delfina) y Ángela Herrera (Norberta), que sobresalen en sus interpretaciones y el canto. También Alicia Martino (Margarita) y Celina Zamero (Segunda) sostienen sin desniveles ni fisuras sus intervenciones.

El elenco se completa con los actores que encarnan personajes que secundaron a Ramírez en sus campañas: Juancho Capurro, en su composición acertada de Anacleto (indio guaraní); y Eric Benmelej, con su interpretación de Mansilla; y Roberto Trucco (Mariano). A ellos se suman Santiago Ledesma y Lisandro Riera, que acompañan sin mella en sus papeles como Fray Lucas (monje dominico) y “el tuerto” Pedraza (ejecutor).

Una mención especial –por el significativo aporte a la puesta– corresponde al coro de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNER, con 30 integrantes, y la orquesta de cámara –dirigida por Retamar– que interpreta la música en vivo.
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