En Rosario

Una obra de arte de Ermete De Lorenzi ingresó al Museo Juan B. Castagnino

El museo sumó por primera vez a la colección una pieza del reconocido arquitecto santafesino. Rosario cuenta con muchas de sus obras, parte del patrimonio arquitectónico e histórico de la ciudad.
03-04-2022 | 11:45 |

La pintura es de 1932.
Foto:Gentileza.
Lucía Dozo


En la planta baja del Castagnino, con un llamativo fondo azul y un marco de bronce, se destaca la obra art decó del artista y arquitecto Ermete De Lorenzi. Era parte de la colección Joaquín Molina, en Buenos Aires, quien la adquirió al anticuario Edipo-Decó, a principios de la década de 1980. Ahora, la obra ingresó al museo rosarino como donación del arquitecto Gabriel Redolfi junto a otro importante empresario local anónimo.

La nueva adquisición es una témpera en color, Sin título, de 1932. “Es rara y bella, geométrica: reúne las características morfológicas que destacaron a De Lorenzi a lo largo de su trabajo como arquitecto. El marco de la obra tiene los vértices que parecen evocar las cornisas de sus edificios”, explica el director del Castagnino, Raúl D’Amelio. Y agrega: “En la obra se ve a una mujer sobre un fondo azul, probablemente haya sido su idea de entender el arte, casi una representación de una partitura clásica de fines de siglo XIX y principios del XX, remite al art decó justamente desde alguien que fue impulsor de ese estilo en esta ciudad”.

Con la incorporación de esta pieza se materializa uno de los objetivos institucionales del Castagnino: seguir trabajando en la ampliación de la colección de arte argentino del museo. Los principales modos de incorporación de obras al patrimonio son el salón nacional, con foco en el arte contemporáneo, y las donaciones, tanto institucionales como de privados, como en este último caso.

“En estos momentos estamos trabajando en diversas propuestas, para distintas plataformas incluyendo contenidos para educadores, familias y públicos variados. Proyectamos también algunas entrevistas con curadores (comisarios), artistas y otros profesionales de museos, situaciones que no habíamos desarrollado antes”, explica D’Amelio acerca de los proyectos del museo. Y agrega: “Debe primar nuestra responsabilidad desde los museos para que el arte, la música, la poesía y la cultura en general brinden un mensaje esperanzador. Un símbolo de convivencia y fraternidad. Pero también de denuncia y de compromiso por el bien común. Es esencial, como la vida misma”.

Ermete De Lorenzi

Hijo de inmigrantes piamonteses, Ermete De Lorenzi nació con el siglo XX en El Trébol, Santa Fe. Gracias al apoyo económico de su familia, fabricante y exportadora de quesos, el joven De Lorenzi desarrolló una carrera fructífera y ecléctica. Se interesó por la plástica, la poesía, la música, la tecnología y la arquitectura y fue también militante estudiantil, docente y teórico. Ganó premios y concursos y viajó por el mundo.

Se recibió de arquitecto en 1927 y enseguida fundó su estudio con Julio V. Otaola y Aníbal Rocca, con quienes había compartido el taller de composición decorativa de Rene Villeminot, su influencia más visible. Su estudio tuvo una oficina en Buenos Aires y otra en Rosario. Radicado en Rosario, comienza una fecunda tarea que dejaría su impronta hasta nuestros días, innovando la arquitectura de la ciudad. Su obra más importante fue sin dudas el edificio para la compañía de seguros La Comercial de Rosario, una de las mejores expresiones de la arquitectura moderna de la ciudad. Entre sus decenas de obras se destacan la casa de sus padres (hoy Museo de la Memoria), y los edificios Gilardoni y De Bernardis (todos en Rosario), además del Nuevo Banco Italiano, el Círculo Médico Argentino (actual Centro Cultural Ricardo Rojas), la Municipalidad de Vicente López y las Oficinas Sáenz (actual sede del CPAU - Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo), en Buenos Aires y alrededores.

Supo experimentar en la composición decorativa geometrizada y simplificada, acorde al art déco; se destacó por la sutileza de su trabajo en planta y exploró las posibilidades formales y espaciales del hormigón armado, poniendo el acento en la horizontalidad, los voladizos, los grandes vanos, las plantas bajas libres y los contrastes volumétricos. Lejos del mote de “híbrido”, es una figura ejemplar por su capacidad para reconocer los nuevos problemas y géneros inscriptos en la noción cambiante de la arquitectura.

El arquitecto trebolense egresó de la Escuela Industrial de la Nación, de Rosario en 1918. Se inscribió luego en la Universidad de Buenos Aires para estudiar Ingeniería Industrial, y después de cuatro años de cursar la carrera se pasó a la Facultad de Arquitectura. En 1927, la Sociedad Central de Arquitectos le entregó el premio Manuel Belgrano por haber obtenido el mejor promedio de calificaciones.

Se recibió de arquitecto en 1927 y fundó su estudio con Otaola y Rocca. Se desempeñó como director de Obras Públicas en la provincia de Santa Fe, fue miembro de la Comisión Municipal de Cultura y uno de los fundadores del Foto Club de Rosario, la Cultural Lírica y el Centro de la Tradición El Hornero. Escribió también libros sobre música y fue pintor, escultor y dibujante.

La colección del Castagnino

El museo se inauguró el 7 de diciembre de 1937. El edificio fue donado a la ciudad por Rosa Tiscornia de Castagnino, en memoria de su hijo Juan Bautista, un notable coleccionista de arte de principios del siglo XX y miembro de la primera Comisión Municipal de Bellas Artes de Rosario. La construcción del museo fue dirigida por el arquitecto Hilarión Hernández Larguía y el ingeniero Juan Manuel Newton.

Fue el primer proyecto de museo pensado con arquitectura moderna en nuestro país, concretado gracias al mecenazgo de la familia Castagnino. Hernández Larguía ejerció el cargo de director desde la apertura del museo hasta 1945.

Hoy, el edificio y la colección son testigos y herencia de su moderna concepción de las prácticas museísticas y ambos afirman los lineamientos que dirigieron la misión de la institución desde sus orígenes y que, rápidamente, convirtieron al museo en un polo artístico de referencia nacional.

La historia del Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino se inició con la creación de la Comisión Municipal de Bellas Artes en 1917, grupo que se desprendió de la Asociación Cultural El Círculo de la Biblioteca creado en 1912 para promover actividades que enriquecieran la cultura de la ciudad, como conciertos, conferencias y exposiciones de arte. La comisión inició el tradicional salón de otoño –de carácter nacional, luego llamado salón Rosario– en 1917 y creó el antiguo Museo Municipal de Bellas Artes en 1920. Todas las obras de aquel museo fueron trasladadas al Castagnino cuando se inauguró en 1937.

Hoy, cuenta con una colección de aproximadamente 4.500 obras que incluyen pinturas, esculturas y series de grabados emblemáticos del arte argentino de los siglos XIX y XX, y valiosas piezas europeas de diversas épocas. Además, tiene 35 salas, auditorio, biblioteca, tienda, instalaciones de restauración, depósitos de conservación de obras y servicios para el público, junto a obras que se han ido coleccionando desde hace más de ocho décadas.



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