Sigue siendo un deporte minoritario en Argentina. Decir la palabra “bádminton” para muchos es desconocida. Sin embargo, desde hace unos pocos años este deporte, nacido en la India (como el polo) e importado a Inglaterra en el siglo XIX, ha comenzado a ser practicado de manera regular en nuestra provincia. Hay sólo dos ciudades donde se practica: Avellaneda y Esperanza. En el norte, Juliana Bianchi es una de las profesoras. En el centro, Adrián Berrio enseña la disciplina en escuelas.

A pesar de lo incipiente del deporte en Santa Fe, ya hay un jugador que ha representado a Argentina a nivel internacional. Es Mateo Jara, juvenil que nació y vive en Avellaneda. Jara formó parte del seleccionado argentino que compitió en los últimos Juegos Suramericanos de la Juventud 2022 en Rosario.

Sin demasiados recursos y con mucho entusiasmo, un grupo de jugadores con Bianchi como una de las líderes, inició el camino de esta disciplina que goza de una gran popularidad en países del este y sureste asiático como Indonesia, China, Tailandia, Malasia, Japón y Corea del Sur. También Dinamarca cuenta con grandes competidores.

Hace cuatro años se plantó la semilla de este deporte de raqueta en Avellaneda. Juliana, una de las iniciadoras. Paralelamente, Berrio en Esperanza y zona también fomentó este juego que combina velocidad y destreza con una red, una raqueta y una pluma. Ella estudió y cuenta con el título de entrenadora nivel 1 de bádminton. “En este momento, está bastante organizado. Tenemos chicos de todas las categorías desde los sub 9 hasta los sub 19. Trabajamos en un tinglado que está a cargo de los municipales porque tiene que ser un lugar cerrado (el bádminton es un deporte bajo techo)”. El lugar pertenece al SITRAM (Sindicato de Trabajadores Municipales) de Avellaneda. Pese a no ser un club, allí han encontrado un espacio para poder practicar. Son unos 50 chicos desde los 9 hasta los 20 años.

A diferencia de Esperanza donde el deporte forma parte de la currícula escolar, en el noreste se practica dos veces por semana por fuera de los colegios. “Algunos vienen dos horas. Nosotros participamos de torneos, viajamos, competimos. El nivel es distinto a lo que es Esperanza que es un poco más escolar”, describió la instructora.

En el SITRAM se cuenta con un tinglado en donde se pueden armar tres canchas. “No teníamos un lugar fijo. Este año es la primera vez que conseguimos este lugar. Podemos entrenar todo el año acá. Hemos pasado por varios lugares. Estuvimos en un club de abuelos, en el Club Atlético La Vertiente que queda en la zona rural”, explicó Juliana.

Al ser un deporte muy poco popular, obtener los materiales para jugar no es tan fácil. “En las casas de deportes no se consiguen los materiales. Solamente conseguimos en Paraná y en Córdoba. Hay un profesor en Neuquén que también es proveedor. Yo empecé con dos raquetas y hoy tenemos bastantes como para que empiece un chico nuevo y no tenga que venir con su raqueta ya”. “Si bien ahora se entrena con plumas de nylon, duran un poco más y lo podemos ir manejando. Las plumas de ganso duran poco tiempo”. Las canchas son de un piso que tiene un alisado y cuentan con una pintura para que no sea tan áspero. “Es lo que tenemos en este momento. Los chicos juegan igual. No es para nada un impedimento a nivel recreativo y competitivo”, dijo.

Si bien se está lejos de otras ciudades y provincias, Santa Fe ya está en carrera para poder aportar buenos jugadores para Argentina a este deporte. El caso de Mateo Jara así lo demuestra.

Mateo Jara, el gran referente

Pese a lo reciente del deporte en Santa Fe, la provincia ya obtuvo un representante para Argentina. Es Mateo Jara, de sólo 16 años, que formó parte del grupo primigenio de los cuatro chicos que arrancaron con el bádminton en Avellaneda.

Jara fue observado en unos Juegos Evita y llamado para competir a nivel internacional. Defendió los colores albicelestes en los Juegos Suramericanos de la Juventud que se disputaron este año en Rosario. Una vez por mes viaja desde el norte provincial al CENARD de la Capital Federal para entrenar con el seleccionado argentino. Mateo sigue viviendo en la ciudad pegada a Reconquista. Está en cuarto año de la secundaria. “Él va a entrenar al club. Él nos da una mano importante con respecto a los chicos. Es el motivador. Nos viene recontra bien”, comentó la profesora.