Vivencia espacial

Un proyecto de estudiantes de Concordia fue elegido entre 400 de todo el país

Estudiantes concordienses presentaron un cohete con su satélite. El proyecto fue elegido entre más de 400 de todo el país y luego seleccionado entre los mejores 30. Tras el trabajo, definieron lo que quieren para el futuro.

09-10-2023 | 10:39 |

Los protagonistas: Hermosid, Ferreyra, Smitarello, Chury, Madinier y Kreizer.

A fines de agosto, cinco grupos de estudiantes de las provincias de Entre Ríos, Tucumán, Córdoba, Santa Fe y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ganaron la segunda edición de Cansat Argentina luego de ser seleccionados entre 30 trabajos.

Ese logro les dio la oportunidad de conocer el Centro Espacial Teófilo Tabanera, perteneciente a la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) y de lanzar en un cohete sus desarrollos.

Dos de los equipos seleccionados son de Concordia: “ConcorSat”, de las escuelas “San Roque González de Santa Cruz” y “Renacer”. Los alumnos concordienses que llevaron adelante el trabajo son Benjamín Kreizer, Giuseppe Smitarello y Vladimir Chury, de la escuela “Renacer”, y, por la escuela “San Roque González de Santa Cruz”, Magalí Ferreyra, Luciano Madinier y Oziel Hermosid.

El encuentro en Córdoba dio a los equipos la oportunidad de probar las misiones secundarias que eligieron, entre las que se encuentran: medir los sonidos ambientales que pueden afectar la salud y el bienestar humano, así como al medioambiente; evaluar regiones incineradas de campos, que mejoren el manejo de cultivos; estimar los índices de contaminación lumínica y atmosférica producida por el tránsito vehicular; y estimar los índices de microplásticos en el aire.

En esta edición de Cansat participaron más de 400 equipos entre los que luego eligieron 30 y, finalmente cinco. El año anterior fueron más de 900. La experiencia lleva más de mil instituciones inscriptas en dos años.


LA EXPERIENCIA


Vladimir Chury, Benjamín Kreizer y Giuseppe Smitarello, alumnos de la escuela “Renacer” hablaron con Mirador Entre Ríos tras el viaje e hicieron un balance de lo que vivieron.

–¿Cómo fue el lanzamiento de su satélite?
–Vladimir: El cohete con nuestro satélite no fue lanzado al espacio, eso quiero aclarar. Lanzar algo al espacio sale millones de dólares y construir algo que pueda aguantar la temperatura del espacio y las condiciones también; además, Argentina no tiene la capacidad todavía de lanzar una carga útil de ese modo, tendría que hacerse desde otro lado como Cabo Cañaveral. Lo que hicimos fue justamente lanzar una carga útil del tamaño de una lata de gaseosa, que cumple la misión de un satélite, en nuestro caso de una sonda que mide variables como temperatura, presión, la altitud a la que se encuentra y el nuestro medía las variaciones en el sonido, que era su misión secundaria, lo que buscábamos saber, de lo que se encarga nuestro Cansat, que es lo que lo hace diferente a los demás.

–¿Cómo se sintieron en el lugar?
–Benjamín: Muy bien, nos recibieron coordinadores, gente que trabaja para la Comisión Nacional de Actividades Espaciales, que es como la NASA argentina. Nos trasladaron al hotel, ya que la mayoría de los equipos nos encontramos en la terminal. Unos cuatro equipos nos encontramos ahí, los que no fuimos en avión, y pudimos observar algunas cuestiones antes del lanzamiento, eso fue fundamental.

–¿Funcionó bien el equipo?
–Giuseppe: Sí. Pasamos nervios porque no sabíamos si iba a funcionar, aunque el día anterior habíamos probado todo y andaba bien. Afortunadamente funcionó. Salieron todas las mediciones, grabamos el sonido que es lo que queríamos. Teníamos miedo de que nuestra misión secundaria, que era medir sonidos y saber si había contaminación, no se cumpliera porque el campo en el que hacíamos las pruebas era muy silencioso y lo nuestro era lo acústico, pero el satélite grabó un drone que andaba filmando. En ese momento nos enteramos que los drones tienen contaminación acústica, así que cumplimos con nuestra misión.

–¿Los otros equipos también pudieron desarrollar su proyecto? ¿Los vieron?
–Giuseppe: Sí, pudimos presenciar lo que hacían los demás. El problema que tuvieron los otros cuatro equipos fue que no pudieron registrar el momento del apogeo del cohete, que es el punto máximo al que llega. En ese momento a todos ellos se les apagaron los datos, se les cortó la transmisión y cuando empezó a bajar retomó la transmisión. Nosotros sí pudimos registrar el apogeo.


EL VALOR DE LOS ENCUENTROS


Para llevar adelante el trabajo, los seis estudiantes de Concordia debieron conocerse e integrarse. Es que al ser tres de una escuela y los otros tres de otra, tuvieron que ensamblarse para trabajar. De ese encuentro surgieron amistades, pero en el viaje a Córdoba lograron otros vínculos que, aseguran, son valiosos. “La experiencia principal fue hermosa, vivimos momentos inolvidables. Éramos 30 chicos y todos teníamos gustos similares, mencionábamos cosas sobre el espacio y todos sabían. Creo que el haber encontrado chicos de nuestra edad con la misma pasión por esto que nosotros fue de lo mejor que nos dejó la experiencia. Hasta tenemos un grupo de WhatsApp en el que estamos los 30 que viajamos”, contó Smitarello.

“Además a la noche, mientras cenábamos en el hotel, debatíamos temas como la idea de llegar a Marte, o cómo hacer para reintegrar la estación espacial a la Tierra porque tiene vida hasta 2030, o hablábamos de reactores nucleares, teorías. Estábamos comiendo y charlábamos con personas que sabían lo mismo o más que nosotros y eso fue de lo mejor”, mencionaron.

Más allá de los vínculos con sus pares, también se quedan con lo positivo que dejaron los profesionales que los acompañaron. “Nos gustó el recorrido que hicimos por Conae, en el centro espacial Teófilo Tabanera. Recorrimos grandes laboratorios, en uno de ellos creaban la manta térmica que es la capa que recubre los satélites, otro en el que hacían la prueba de vacío térmico. Además, conocimos a diferentes profesionales en el área que nos transmitieron todos sus conocimientos y que nos explicaron todo lo que sabían con paciencia, eso es impagable”, aseguraron.


BASE PARA EL FUTURO


Benjamín y Vladimir están en el cuarto año de la secundaria, mientras que Giuseppe en el quinto. Aún les queda tiempo para pensar qué quieren hacer cuando terminen la escuela, pero el viaje les dejó inquietudes. “Viajé con la idea de ser abogado y ver qué especialidad tomar y volví con la idea de ser abogado espacial. Estudiar la carrera y luego especializarme. Pude hablar allá con un hombre que se dedica a eso y me dio orientación, me contó de qué se trata y me gustó”, contó Benjamín.

En tanto, Giuseppe mencionó: “Antes de ir quería estudiar Ingeniería Mecatrónica y ahora volví fascinado por el tema de los cohetes, y la carrera indicada es Ingeniería Aeroespacial, que se estudia en La Plata. También Vladimir quiere estudiar eso y Luciano Madinier, de la otra escuela, lo mismo, así que seguramente terminaremos los tres conviviendo mientras estudiamos. Agarramos esta experiencia justo a tiempo, porque todavía tenemos margen como para organizarnos y elegir por dónde queremos ir”.

Respecto a lo que sucederá de ahora en más y sus ganas de seguir por este camino, comentaron: “Nos encantó lo que vivimos e hicimos, pero no podemos volver a participar en esta experiencia, ya que debemos dar la oportunidad a otros equipos. Estamos hablando para hacer un proyecto propio, tener nuestro cohete y algunas otras ideas de las que todavía no podemos hablar mucho porque no empezamos a trabajar, pero seguiremos relacionados entre nosotros y con ideas de este estilo”.


 
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