Rodrigo Pretto
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La Sociedad Italiana de la cabecera del departamento San Martín se vestirá de gala el próximo domingo 18 de abril para recibir a “Divino Divorcio”, la obra teatral interpretada por Rodolfo Ranni y Viviana Saccone. “Es una comedia de Alfredo Allende muy irónica y sarcástica. Trata la historia de un matrimonio que tiene la fantasía de festejar su divorcio como si fuese un casamiento. Hay partes donde las mujeres se ríen más y en otras donde los hombres lo disfrutan, por la lógica planteada. La gente se identifica muchísimo. Se ríe a pesar del barbijo puesto, se divierte y si le hacemos pasar un buen momento la misión está cumplida”, contó el “Tano”.

Seguramente haya que revisar el archivo de la ciudad para encontrar el desembarco de figuras nacionales interpretando obras de teatro en Sastre. En tiempos de pandemia, donde todo se torna difícil, una comedia en la “puerta de la casa” de una región es gratificante para quienes buscan olvidar, por algún momento, el contexto actual.

Y para el reconocido actor, hacer teatro en épocas de pandemia se torna emocionante. Es que observar al público en la platea con el tapabocas puesto se ha transformado “en una imagen que ni siquiera en nuestras fantasías hubiéramos imaginado”. Para Ranni el contexto “emociona” porque se puede observar a los asistentes que disfrutan de un momento cuando hoy el mundo y las relaciones personales se encuentran convulsionadas.

Con una vasta trayectoria sobre los escenarios, el actor detalló que ya ha recorrido unos 40.000 kilómetros para visitar hasta las más inesperables localidades del país desde la vuelta a la actividad en medio de la pandemia. El regreso a las tablas se produjo el 4 de enero último, cuando debutaron en Carlos Paz. Es que la intención de la productora fue brindarle a cada rincón del país el show para que los ciudadanos puedan disfrutarlo. “El objetivo fue llevarle el teatro a la casa. Veo que la gente se cuida muchísimo, respeta todos los protocolos en las salas y es respetuosa. Esperemos que la segunda ola no nos corte la gira”, suplicó.

El “Tano” adelantó que la movida de girar con “Divino Divorcio” en pequeñas ciudades del país -más allá de las grandes plazas turísticas- continuará durante todo el 2021, siempre y cuando la situación epidemiológica lo permita. “A la gente y a nosotros nos gusta esta idea. La vida es movimiento. Estar un año encerrado no fue fácil para nadie”, destacó.

Ranni recordó que al momento de decretarse la cuarentena, allá por marzo del año pasado, recién había regresado de Mar del Plata con su mujer. Con el humor característico que lo identifica, el “Tano” aclaró que la pandemia hizo todo lo contrario a lo que suponía. “Comí sanamente, tomé agua con limón, hice una huerta en la terraza, realicé ejercicios. Fue como una postguerra. Leí por todo lo que no lo hice en los últimos 10 años. La única salida fue ir al súper con mi mujer a la vuelta de mi casa. Mis hijas no querían que nos movilizáramos, asique estuvimos todo un año adentro”.

Asimismo, viajó una vez más en el tiempo para revivir parte de su infancia, cruzada por la Segunda Guerra Mundial. Con tan sólo 7 años de edad fue testigo de uno de los momentos bélicos más trágicos de la historia. Y luego de viajar 35 días en barco, arribó a Argentina. Recapitulando su historia personal, la emparentó con el actual momento. “Yo viví la guerra, atravesé la post guerra y sé cómo manejarme en estas situaciones”, deslizó.

El actor rememoró que hace poco se presentó con Divino Divorcio en Cintra -Córdoba-, un pequeño pueblo de 1.500 habitantes y destacó el clamor de sus habitantes al presenciar la obra. “Fue algo maravilloso. Es un lugar donde nadie hace teatro, entonces mucha gente nunca había visto una puesta en escena. Creo que la pandemia nos sirvió un poco para eso. Llevar el teatro a la casa de la gente de cualquier lugar del país. El teatro lo hace el público, sin ellos es imposible hacerlo”.

La obra

“Divino divorcio” está escrita por Alfredo Allende, dirigida por Alberto Lecchi y producida por Damián Sequeira. Una pareja con muchos años de matrimonio a cuestas, llega a su ansiado final y decide celebrarlo a todo trapo con una gran fiesta de divorcio.

Para eso contratan a un “divorce-planner” y arman una lista imposible de invitados: el sacerdote que los casó, los abogados de ambos esposos, los detectives privados del pasado, los amantes de cada uno y los bomberos que alguna vez debieron controlar las llamas de tanta pasión.

Amor y hastío, verdad y mentira, cordura y locura, guerra y paz, inevitablemente son las caras de una misma moneda: el matrimonio. En esta comedia, como en la vida, la felicidad conyugal parece estar al alcance de la mano. Sin embargo, la receta permanece bien escondida.