Restos de más de diez mil años

Sorprendente hallazgo paleontológico en Gualeguaychú

Hace 15 días, un vecino de Sarandí —zona de campos y chacras cercana a la ciudad de Gualeguaychú— encontró huesos de un tigre dientes de sable y de un perezoso del tipo scelidotherium cuando estaba a punto de terminar la excavación de un pozo ciego para construir un baño. Investigadores del Conicet han trabajado en el lugar para extraer y luego estudiar los restos de estos animales que vivieron hace más de 10 mil años.
24-05-2021 | 17:58 |

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Ricardo Brelli y su papá Pedro supieron que no se trataba de los huesos de un caballo, ni de los de una vaca, ni de los de un chancho. Nunca habían visto algo semejante.




Sabina Melchiori
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Ricardo Brelli y su papá Pedro supieron inmediatamente que no se trataba de los huesos de un caballo, ni de los de una vaca, ni de los de un chancho. Nunca habían visto algo semejante. El pozo estaba ya casi listo, tantos días de trabajo y el esfuerzo de haber podido comprar todos los materiales necesarios para concretar el baño, habían valido la pena; sin embargo, ante la rareza de lo hallado, decidieron dar aviso. ¿A quién?, a otro hijo y a otro padre: Tomás y Raúl Almeida, quienes tienen a cargo el prestigioso Museo de Arqueología y Ciencias Naturales Manuel Almeida, en Gualeguaychú.

Los Almeida fueron quienes se contactaron con los paleontólogos de la región, no sin antes aventurarse a ponerle nombre a lo que veían. Según sus conocimientos, la pata que descubrió Brelli removiendo cuidadosamente la tierra correspondía a la de un tigre dientes de sable, mientras que la mandíbula encontrada justo entre las garras delanteras del tigre, serían las de un perezoso gigante, un celidoterio, que científicamente se denomina “scelidotherium”.

Al día de hoy, luego de que los paleontólogos trabajaran en el lugar y extrajeran los huesos, esa sigue siendo la hipótesis más firme. Lo sorprendente es que en el ingreso del Museo Almeida, ubicado sobre la calle 25 de Mayo, entre Mitre y 3 de Febrero, se encuentra representada mediante réplicas la escena del ataque de un tigre dientes de sable a un celidoterio, es decir, la misma situación que podría haber tenido lugar en Sarandí, hace al menos 10.000 años.

Los Brelli, si bien han vivido días fuera de lo común, con su obra frenada, investigadores en su casa y periodistas llamándolos a toda hora, consideran que el hallazgo “es una bendición de Dios”.

Una sorpresa tras otra

Brenda Ferrero es investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet). Pertenece al laboratorio de Paleontología de vertebrados del centro de investigaciones de Diamante. En diálogo con MIRADOR ENTRE RÍOS, Brenda aseguró que en el pozo de la familia Brelli “hay más de un animal” y que “al menos son dos: un tigre dientes de sable y un perezoso”. Detalló que “la pata del tigre está articulada y además encontramos algunos huesos pequeños desarticulados que pueden ser de otra pata o de otra parte del animal”.

Que la pata del tigre esté articulada es sumamente interesante. Nicolás Chimento, becario posdoctoral del Conicet en el museo Bernardino Rivadavia, de Capital Federal, explicó a MIRADOR ENTRE RÍOS que como paleontólogos “estamos acostumbrados a encontrar huesos no asociados, es raro encontrarlos con la articulación natural. Por otro lado, vemos que hay huesos fuera del esqueleto, y eso puede deberse a que después de muerto, el tigre pudo haber sido agarrado por otro animal. Como hallazgo tal vez no sorprendió pero lo que es muy extraordinario es que esté articulado”, aseguró.

En relación a los huesos del perezoso, Nicolás Chimento señaló que “si podemos determinar que los dos fósiles provienen de la misma capa tendríamos al depredador y a su presa en el mismo momento. Entonces no sólo estaríamos ante la suerte de encontrar un ejemplar articulado sino de encontrar a un depredador y a su presa en el mismo lugar”.

A esto, Brenda Ferrero agregó que también existe la posibilidad, mediante estudios, de encontrar en los huesos del perezoso
marcas que indiquen que fue atacado “y eso ya sería muchísimo”.

Tanto el tigre dientes de sable, como el celidoterio, son especies de la megafauna, “no sabemos con certeza la edad, pero como mínimo 10 mil años, porque a partir de ahí se extingue la megafauna de América del Sur, pero pueden ser 30 mil o 40 mil…”.

Intercambio faunístico americano

Hace unos 3.000.000 de años, en el Plioceno, se unió América del Norte con América del Sur a través de istmo de Panamá culminando así un largo período de aislamiento de la fauna sudamericana. Fue entonces cuando se originó el gran intercambio faunístico americano. Mastodontes, tigres dientes de sable, osos, caballos, ciervos, tapires, guanacos, pecaríes, zorros y otros mamíferos arribaron a América del Sur provenientes del Hemisferio Norte. De igual modo, perezosos, gliptodontes, mulitas y comadrejas, ingresaron a América del Norte provenientes del Hemisferio sur.

El tigre dientes de sable era un felino de talla similar al león actual, aunque de diferentes proporciones corporales. Sus extremidades eran más cortas y robustas, su rabo corto y su cuello más largo. Su peso era de aproximadamente 400 kilos. Sus caninos superiores sobresalían más de 15 centímetros y su mandíbula se abría en unos 12 grados. Según los estudios realizados sobre los hioides (huesos que sostienen la lengua) es posible que rugiera como un león actual.

En el año 1842, Peter Lund descubrió sus restos fósiles en unas cavernas de Brasil, los cuales asignó al género Smilodon. Dos años más tarde, Francisco Javier Muñiz, primer paleontólogo argentino, encontró en las proximidades de Luján un esqueleto casi completo. Dicho hallazgo fue dado a conocer el 9 de octubre de 1845 en la Gaceta Mercantil. Desconociendo que Lund ya lo había nombrado, Muñiz lo designó Muñifelis bonaeriensis.

En tanto, el Scelidotherium es un género extinto de perezosos gigantes del Pleistoceno Inferior. Las primeras descripciones fueron realizadas por Charles Darwin en Bahía Blanca, en su viaje del Beagle. Basado en cráneos, vértebras y costillas, Richard Owen lo dedujo como un animal pesado de marcha lenta. Poseía una cabeza relativamente pequeña y enormes garras. Descubrimientos posteriores han logrado reconstruir por completo al animal y determinar su enorme tamaño comparable con el Mylodon.

Importante rescate de fósiles en el arroyo Espinillo

Personal del Museo Provincial Antonio Serrano, de la capital provincial, en conjunto con el del Conicet Diamante, rescataron restos fósiles de grandes mamíferos que habitaron territorio entrerriano hace más de 10.000 años. El hallazgo se produjo en el camping Cañada Sur, sobre el arroyo Espinillo, pasando la localidad de Sauce Montrull, en el departamento Paraná.

En los primeros días de enero de este año, la directora del Museo Antonio Serrano, Gisela Bahler, recibió el aviso del hallazgo: “Me informan que el señor Antonio Germán Audisio y su hijo Donato, durante una caminata en el camping Cañada Sur, habían encontrado materiales que podrían ser fósiles. Nos brindan los datos precisos del sitio y fotos. Luego de analizadas las imágenes, de inmediato nos comunicamos con los dueños del lugar, poniéndolos al tanto de la ley provincial N° 9.686 y la necesidad de preservar ese material patrimonial de todos los entrerrianos. Posteriormente, un equipo de profesionales se trasladó hasta el lugar para comenzar a retirar el material”, relató la funcionaria.

Por parte del Museo, estuvieron presentes la Lic. Graciela Ibargoyen, responsable del registro paleontológico de la provincia; y los técnicos Jorge Flores y Sergio Medina. La Dra. Brenda Ferrero y el Lic. Donato Costamagna estuvieron por el Conicet Diamante. Cabe destacar también la colaboración de la Sra. Norma Berón, dueña del camping donde se realizaron las excavaciones.

“En el arroyo Espinillo hay una serie de cárcavas que se forman cuando el arroyo desborda, normalmente están secas y se observa claramente el paso del agua en el fondo de la V esculpida durante las crecidas, con barrancas de entre 2 y 8 metros de altura. Allí se encuentran los sitios donde se localizaron los fósiles” explicó Graciela Ibargoyen.

“A grandes rasgos se puede decir que la mayor parte del material rescatado pertenece a distintos ejemplares de perezoso Xenarthra Pilosa Tardigrada y algunos restos fragmentarios de otros integrantes de la megafauna”. Se trata de huesos largos, fragmentos de dientes, costillas, vértebras, huesos pélvicos y falanges ungueales. Luego de la excavación, todo el material se transportó al laboratorio del Museo donde comenzó a ser acondicionado para su estudio.

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