Una sonrisa en la internación

Un ateneo para sumarse al invaluable trabajo de los payadoctores de Rosario

En la ciudad de Rosario prestan servicio en diversos efectores públicos los payadoctores. Forman parte de los equipos médicos y contribuyen a una tarea integral para el bienestar de los pacientes.
05-06-2022 | 10:07 |

Foto:Gentileza.
Hagar Blau Makaroff


Los Payadoctores es un grupo voluntario de payasos de hospital, que trabaja desde hace varios años con encuentros positivos y alegres en el medio hospitalario, con un equipo que cuenta con más de cien voluntarios formados en la técnica de clown, bioseguridad y herramientas psicológicas.

Es un grupo diverso en ocupaciones y edades, conformado por médicos, psicólogos, kinesiólogos, abogados, contadores, ingenieros, comunicadores, amas de casa, estudiantes y demás ocupaciones de entre 18 y 57 años. Actualmente el Hospital Provincial del Centenario, el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez y el Hospital Víctor J. Vilela, cuentan en sus diferentes servicios con esa actividad en la salud emocional de sus pacientes.

Este sábado 11 de junio a las 12 del mediodía en el Galpón de las Juventudes en la franja central del río se hará un simposio para quienes tengan algún interés de sumarse a este imprescindible voluntariado local, y dónde se les brindará a los asistentes toda la información necesaria para incorporarse a la carrera.

En los cursos, se dictan clases teóricas y prácticas donde se dan técnicas de clown, teatro, y se suman todas las herramientas psicológicas y bioseguridad en los hospitales. El curso se abrirá a mediados de junio y dura hasta fin de año. En el mes de septiembre comienzan las “payantías” donde los alumnos van a los hospitales con los payadoctores experimentados.

La salud es un proceso integral donde intervienen no solo cuestiones fisiológicas, sino también la parte social, psicológica y de emociones que tienen las personas. Y entre los objetivos de los “payas” está que el personal de salud se deje de referir a las personas como “el de la cama cinco o el de la pierna quebrada”, que tengan un nombre y devolverle su sentido de persona.

Juliana Torres es una de muchos voluntarios de payadoctores, y respondió amablemente algunas preguntas sobre su labor, en diálogo con Mirador.

Mirador: -Suele pensarse que su trabajo es con los pacientes niños, pero ustedes también están en los hospitales con pacientes adultos. ¿Cómo trabajan con esta población que quizás le cueste más jugar? ¿Y en qué se caracteriza el trabajo con los niños?

Juliana Torres: -El trabajo tanto con adultos como con niños es el mismo. La diferencia está en la facilidad que tienen los más chicos para la fantasía y lo lúdico. A los adultos suele costarnos un poco más. De todas maneras, cada vez que vamos al HECA, terminan enganchándose en lo que los payas les proponen.

Sí es verdad, que con los más grandes, suelen presentarse más seguidos los momentos de catarsis donde, a veces, sólo necesitan ser escuchados y desahogarse. De todas formas, las intervenciones de payadoctores se presentan como un espacio que, a través de la fantasía, se lleva a cabo lo que el paciente necesita como también lo que nos requieren desde el cuerpo médico. Es decir, el cómo trabajamos, o más bien, el qué trabajamos tiene mucho que ver con el pase, -es información tipo parte que incluye todo lo que respecta a lo estrictamente médico, como así también, lo psicológico, lo social, si está acompañado o no, de dónde es, entre otras cosas- que nos brinda el equipo que trabaja en casa sala. Por ejemplo, en el HECA, en sala general, trabajamos mucho con kinesiología por lo que son muchas las veces que nos piden que incentivemos a los pacientes a hacer los ejercicios de rehabilitación. O bien, en los niños, a tomar su medicación. Y todo esto, lo logramos desde lo lúdico, la fantasía, lo artístico.

-Son cientos los voluntarios de payadoctores. ¿Cuántos se está necesitando para cubrir los hospitales de la ciudad?

-Eso varía según la época del año. La realidad es que, en un mundo ideal, se necesitarían para todos los hospitales, tanto públicos como privados. Pero yendo a payadoctores, no tenemos un número. Hoy tenemos en funcionamiento tres hospitales (Vilela, HECA, y el de San Lorenzo) y afortunadamente, en los tres somos parte del cuerpo médico. Por lo que en caso de ser muchos, tenemos la posibilidad de extender la actividad de los payas a otras salas, en las que nos requieran desde la dirección. Y de ser muchísimos más, presentaríamos el proyecto en otros efectores. Pero ese hoy no es nuestro objetivo, sino que es afianzar y profesionalizar aún más nuestra labor en los lugares donde ya estamos.

-Es importante además del trabajo con pacientes lo que hacen con el personal de la salud, ya que suelen despersonalizar a los pacientes en sus roles de médicos y enfermeros. ¿Es una tarea difícil? ¿Cómo se equilibra este trabajo que busca ser emocional para que no afecte en lo personal?

-Sí, por suerte hoy son más los agentes de salud que rehumanizaron su labor y su función, que los que siguen en esa postura. La realidad que se vive dentro de un hospital suele ser difícil y muchas veces, trabajando en la urgencia por lo que desde Payadoctores apostamos también al trabajo en los lazos equipo médico/pacientes. Inclusive lazos con cualquier persona que sea trabajador del hospital e inclusive con los acompañantes de quienes están internados.

Es una tarea difícil porque el espacio donde se dan las intervenciones lo es. Pero, insisto, cada vez son más los profesionales de la salud que están a favor tanto de nuestra labor como de todo lo que se presente como un complemento para la mejora de los pacientes.

Con respecto a cómo se equilibra lo que hacemos para que no nos afecte, lo aprendemos en el curso y lo re-aprendemos semana a semana. En el curso de formación, nos enseñan a formar un personaje, que es nuestro paya, y nos referimos a él en tercera persona. La nariz es nuestra máscara y que el paya tenga un nombre, un apellido, una historia, una forma de caminar, gustos, y muchas cosas más que lo personifican, hacen que nos separemos de la realidad. El que entra a las habitaciones es el paya y a quien reconocen también es al paya. Tal es así que muchas veces nos pasa que nos cruzamos nosotros de “civil” a pacientes o a sus familias, y no nos reconocen.

Además contamos con un grupo de psicólogas que nos supervisan cada 6, 8 semanas donde también trabajamos todo lo que nos pasa a nosotros como grupo yendo a esos espacios. Y donde nos damos el lugar para repensar y trabajar las formas de abordaje con quienes estamos interviniendo.



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