General Ramírez

Club de Narradores: el arte de contar historias

El Club de Narradores dio sus primeros pasos en 2009 cuando, desde el Departamento de Mediana y Tercera Edad de la UNER, llamaron a una convocatoria para formar narradores. Hoy, el grupo de mujeres recorre las escuelas para contar cuentos y diversos tipos de relatos.

10-07-2023 | 9:44 |

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Integrantes del Club de Narradores de General Ramírez, coordinado por Graciela González.



Bastaron unos pocos minutos para que Graciela González lograra su cometido como narradora. Captar la atención del público no suele ser una tarea fácil, pero la ramirense cautivó con su relato a los niños presentes en el aula. Las caritas de asombro de los pequeños, quienes en todo momento estuvieron predispuestos a la escucha, daban cuenta que las cosas estaban saliendo bien dentro de esas cuatro paredes. La historia del “Sapo verde” iba ganando terreno entre la gurisada y la imaginación se apoderaba del lugar a medida que avanzaba la trama.

La pasión de Graciela por la narración viene de algunos años atrás cuando –en una oportunidad– escuchó a una docente narrar una historia con mucha soltura, elocuencia y naturalidad. Ahí se encendió la llama por la oratoria y que hasta el día de hoy sigue prendida. En 2009 se sumó a la propuesta del Departamento de Mediana y Tercera Edad de la UNER que pretendía formar líderes de narradores, bajo la coordinación de Cachita Pacher. En esta ocasión estuvieron presentes personal de Chajarí, Bovril, Federal, Nogoyá, Urdinarrain y Ramírez, entre otros lugares. De todos esos clubes, los únicos que siguieron fueron Ramírez y Federal.


LOS INICIOS


Tiempo más tarde y luego de haber finalizado este curso de medio año en Paraná, la entrerriana decidió formar un Club de Narradores en su ciudad natal, que actualmente está integrado por Mirta Cavagna, Elena Albornoz, Patricia Castillo, Elba Genovesio, Dennis Ibarguen Olave, María Mercedes Graglia, Marta Marchesse, Otilia Benítez y Marta Suárez, bajo la coordinación de Graciela González. También formaron parte del mismo Carmen Sosa, María Victoria Robledo, Elba Yust y Nilda Albornoz.

En 2014 y por convenio, el club comienza a funcionar en las instalaciones de la Biblioteca Popular “Luis L. Etchevehere”, lugar donde se llevan adelante los talleres y las muestras de fin de año.


–¿Cómo es la labor que llevan adelante durante el año?
–Graciela González (GG): Nuestro trabajo consiste en realizar un taller cuya duración oscila entre los cuatro y seis meses. El mismo suele arrancar entre abril y mayo con una extensión de una hora y media semanal. Es un momento de contenido intelectual, un momento de juegos para flexibilizar, juegos orales para manejar todo lo que es la oralidad y después abordamos la narración. Todos los cuentos se narran en un taller y después vamos a todos los lugares que nos convocan, sobre todo a las escuelas primarias, secundarias, instituciones como centros de cuidados, hogares de ancianos. El elenco ramirense tuvo la posibilidad de viajar a varias localidades de la región como Aranguren, Crespo y Racedo, entre otras.

–¿Cómo se podría describir este arte de narrar cuentos?
–Mirta Cavagna (MC): Yo estoy desde 2015 en el Club de Narradores. La vi una vez a Graciela contar un cuento, me gustó, me entusiasmé y ahí empecé. Ese primer tiempo era obvio que no contaba porque uno tiene que estar preparada para poder contar. Aparte cuesta bastante buscar el cuento porque después tenés que aprenderlo y estudiarlo mucho para poder contárselo a los chicos con mucha tranquilidad.

–GG: Es muy ardua la tarea de elegir, porque por ahí leíste 10 cuentos y ninguno te gusta, o sea vos no podés contar lo que no te gusta. El cuento se internaliza, tiene que ser direccional porque son secuencias de acciones que vas representando en la mente con imágenes. Nosotros estudiamos los cuentos, nunca lo contamos de memoria. Memorizamos las acciones principales que tiene la narración. A su vez tienen mucha importancia la palabra, los gestos, las onomatopeyas y las voces que se requieren para ese cuento.


EMOCIONAR AL PÚBLICO


–¿Cómo es ese vínculo con el público?
–GG: Dependemos del público. Vos vas viendo las caras y vas sabiendo para dónde tenés que ir, si se aburrieron o no, si tenés que cortarlo, o vas interactuando con los chicos. Los grandes narradores argentinos dicen que el cuento no tiene edad. Un cuento bien contado atrapa a todos. Pero la cuestión es enganchar, y una vez que enganchaste, que lo tenés atrapado, ya no lo perdés.

–MC: Muchas veces uno piensa que, con la tecnología, los chicos no te van a escuchar cuando vos hablás, pero es una belleza verlos. Es muy lindo, agradable, es una emoción porque ellos te prestan mucha atención a lo que vos decís.


–¿Cuáles son los géneros que más gustan?
–GG: Depende de las edades. Los chiquitos tienen que ser con animales, con movimientos, cantitos y después de 3 o 4 años es terror, suspenso. A mí, por ejemplo, me encantan los románticos y otros son habilidosos para contar con humor. Cada narrador tiene su género preferido. Cada uno tiene su forma de narrar, no hay uno mejor que otro. Podemos narrar el mismo cuento y cada uno lo va a narrar de diversas maneras. Un narrador de Paraná decía que debías contar 60 veces el mismo cuento para poder internalizarlo. Además, si ves que el cuento ya no te produce lo mismo, lo dejas de contar porque el cuento siempre te tiene que estar interesando y siempre tiene que atraerte. Te tiene que gustar contarlo, porque si no, se dan cuenta.

–¿Cuánto tiempo les lleva la narración en los lugares que visitan?
–GG: Depende el cuento, pero nunca es mucho tiempo, más que nada por el nivel de atención de ellos. Cuando se quedan con las ganas de escuchar más les decimos que los esperamos en la Biblioteca. La cuestión es que se queden con ganas. Como estrategia, nosotras siempre contamos el cuento y después les decimos el título del cuento y el autor, nunca antes.

–¿Les ha pasado en algún momento tener algún blanco en la narración?
–GG: Sí, pasa; y por eso nos preparamos para poder salir de esa situación. Partamos de la base que el que te está escuchando no sabe el cuento, entonces si nosotros decimos “Ay no era así” o “¿Cómo era?” cortamos todo el relato. Cada uno tiene una técnica específica para memorizar los cuentos. La cuestión son los cuentos largos. Yo suelo anotar las escenas principales. Y a otros directamente les gusta repetirlas.


SERVICIO DE AMOR


–¿Por qué narran?
–GG: Cuando era docente fui a un encuentro que se hizo en la Iglesia Adventista donde una narradora contó un cuento muy sencillo y yo dije: “Qué hermoso, eso quiero hacer”. Después de muchos años, pude hacerlo. Estar con los chicos, verles las caras, narrarles, es como que vos te olvidás de todo el mundo, estás en el cuento, sos el cuento. Ver la recepción es tan gratificante, no hay para mí algo más gratificante que lo disfruten. Los cuentos son sanadores. Nosotros hacemos un servicio. Esto es un servicio de amor realmente porque es ad honorem. Vamos a la escuela, nos llaman, tenemos que estudiar el cuento, tenemos que buscarlo, tenemos que ponerle toda nuestra impronta.

–MC: Yo siempre le contaba cuentos a mis niños y a mis nietos. Pensaba que tenía que hacer algo distinto y por eso me sumé a este grupo. Me gusta ver a los niños, la carita que ponen, tan contentos, te llena de orgullo porque te dicen cosas lindas, vienen y te abrazan, te dicen gracias.


 
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