Historia y enseñanza

Volver a casa, luego de recorrer el mundo durante dos décadas

La familia Zapp visitó más de 100 países en un auto de principios del Siglo XX. El matrimonio, que sólo pensaba llegar al Norte del continente, se animó a vivir una aventura y ahora son seis los que viajan en conjunto.
15-03-2022 | 19:00 |

La familia Zapp, en su icónico vehículo, con el que recorrieron el mundo.
Belén Fedullo
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Herman Zapp nació en Estados Unidos hace 50 años, pero cuando tenía apenas uno vino a vivir a la Argentina. Se crio en el país, se dedicó a ser electricista, conoció a Candelaria Chovet y decidieron emprender un viaje juntos.
Luego de pensar cómo hacerlo, decidieron que sería conveniente viajar en auto a Alaska y empezar a escribir juntos la historia de aventura que pensaron que duraría seis meses. Un Graham-Paige azul oscuro, modelo 1928, sirvió como transporte y es el cómplice de todas las vivencias.

Tras haber dado los primeros pasos, se dieron cuenta de que los viajes podían convertirse en un estilo de vida y así fue. Poco tiempo después de haber salido se enteraron que ya no serían dos, sino tres, y nació su hijo mayor, Pampa. Eso no resultó un impedimento, sino que decidieron que también él debía ser parte del viaje, y luego vinieron tres más, Tehue, Paloma y Wallaby.

Durante 22 años, la familia recorrió los cinco continentes, visitó al menos 102 países y anotó mil anécdotas que ahora se convirtieron en un libro llamado “Atrapa tu sueño”. Ese libro es el que les permite ir al encuentro de las personas de cada lugar que visitan, contando lo que vivieron en las rutas y países que recorrieron y también recaudar dinero para seguir rodando.

Durante el fin de semana anterior estuvieron en Concordia. Su auto averiado los llevó a pedir ayuda y alguien les comentó que había un especialista en autos antiguos en la ciudad entrerriana. Pararon, lograron reparar la avería y decidieron dar una charla abierta y gratuita en la municipalidad para dar a conocer su estilo de vida.

Más que un vehículo


Todo lo que los Zapp vivieron se convierte en enseñanzas que desean compartir para animar a otros a hacer lo mismo. Entre las anécdotas se destacan las ganas de aprender y de relacionarse desde el diálogo y la convivencia con diferentes culturas, de las que formaron parte de manera tan arraigada que los pequeños aprendieron idiomas impensados. “Una vez fuimos a Israel y a los dos días los chicos contaban de corrido hasta 10, es algo increíble”, dijo Herman a MIRADOR ENTRE RÍOS.

Originalmente querían hacer un recorrido corto, pero al salir se dieron cuenta de que el mundo les tenía preparada otra realidad. “La idea era atravesar no más de 20 países, hasta Alaska, pero nos animamos a ir a Australia, seguir por Asia y después África y Europa así que llegamos a más de 102 países”, contó el padre de la familia.

Describe al auto como un “compañero fiel”, y es consciente de que, en más de una ocasión, sirvió para romper el hielo y entrar en relaciones con los lugareños. “Nunca me hubiera imaginado viajar en un auto, de ninguna clase, pero me lo ofrecieron y fui a verlo. No pensé para comprarlo sino por curiosidad. Pero me enamoré y fue una excelente herramienta ese auto. Resultaba el atractivo para quienes nos veían llegar y además es muy sencillo, simple. Cualquier mecánico, en África o India me lo pudo arreglar. Adónde íbamos se iban dibujando sonrisas. La verdad, mejor imposible: es muy bueno para el barro, la arena, para caminos malos. Excelente”, describió.

Claro que la travesía no hubiera sido posible sin el otro, eso que tanto valoran los Zapp al volver hacia atrás y recorrer mentalmente cada país visitado. “El mundo nos estaba esperando. Estuvimos en más de dos mil hogares de familia. Siempre nos recibieron bien, nos han dado hospedaje, hemos compartido comidas caseras, costumbres. Para nosotros, para los niños, fue mágico. Lo mejor del viaje”, indicó.

Hijos internacionales


Solo en llegar a Alaska, el destino inicial, tardaron cuatro años. Luego llegaron las ganas de seguir viajando y las anécdotas en tierra y agua.

Pampa, su hijo mayor, nació en Estados Unidos; Tehue, el que le sigue, en la Argentina; y luego vinieron Paloma, que nació en Canadá y el pequeño Wallaby, que nació en Australia. “A veces creo que pasó poco tiempo desde que salimos, pero mis hijos están grandes y entonces noto que no. Tengo la suerte de tener un hijo argentino, pero todos son ciudadanos del mundo y eso me encanta”, aseguró.

La vida fuera de casa no es sencilla, menos en países en los que no se conoce el idioma. Herman era electricista, Candelaria era secretaria, pero ambos cambiaron sus profesiones en medio del viaje. La mujer comenzó a pintar y viaja con sus acuarelas a todos lados, Herman se convirtió en escritor, tiene su libro y ponerlo a la venta le permitió subsistir.

Los niños crecieron fuera de la Argentina, pero sus raíces y hogar están en el país, por eso aunque según sus padres la mejor escuela es el mundo, están escolarizados. “Estudian a distancia. Argentina ofrece una excelente educación de este estilo, así que cuando vos estás afuera del país, tenés la misma currícula que tienen los chicos en el colegio. Tienen clases, foros, exámenes”, contó Herman.

“Fue excelente tener una clase de Geografía y estábamos en la base del Everest o era clase de historia y estábamos dentro de la Tumba de Tutankamon, o eran clases de biología y estábamos en una selva en África. Y una serie de cosas que, en el mismo momento, pudieron poner en práctica”, relató.

El país elegido


Tras su paso por Concordia, los Zapp emprendieron por la ruta hacia el sur y se dirigieron a Buenos Aires, parada final y destino. A pesar de conocer las grandes ciudades del mundo, de aprender idiomas, hacer amigos y tener muchas anécdotas, siguen eligiendo a la Argentina como su país y el lugar para vivir.

“Me emociona explicar por qué vuelvo. Muchos me dicen que me quede en otro lado, que Argentina es muy difícil, pero justamente esa dificultad me dio las armas para manejarme en el extranjero, porque siendo argentino sé que hoy puedo estar en una crisis, pero mañana salgo seguro. Argentina es como esos papás estrictos que te obligan a hacerte hombre, pero también es solidaridad”, explicó.

La relación con el país se define en una sola palabra, “amor”. “Yo vuelvo por eso, por el amor. Me abrió las puertas cuando tenía un año, me hizo ser quien soy, vuelvo a mi lugar y espero que también esto sea una gran aventura”, concluyó Herman.
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