Historias de vida

Fernando Yraola, el triatleta que ve a través del deporte

Fernando Yraola es uno de los triatletas que estuvo en el Half Triathlon de Santa Ana, pero con la particularidad de que fue el único no vidente. Hizo la prueba de tres disciplinas, con un lazarillo. Con su experiencia en Santa Ana y su historia de vida, deja el mensaje de que siempre se puede, que todos podemos. Su llegada al deporte fue luego de haber perdido la visión, después de los 40 años. Asegura que su discapacidad le abrió un mundo que de otra manera no hubiera conocido.
04-05-2022 | 18:50 |

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Fernando Yraola, junto a su acompañante Walter. El triatleta no vidente estuvo en el Half Triathlon de Santa Ana.


Lucia Torres
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De su experiencia en Santa Ana contó que en 2021 estuvo en Santa Ana compitiendo en el medio Ironman, “y este año corrí el triathlon, en la modalidad short, que es un poco más corta”. En cuanto a la cordialidad de la gente la definió como “impecable”. Sin dejar pasar que las dos ocasiones fue invitado “que no es poco, porque las inscripciones suelen ser costosas”.

Refiriéndose a la seguridad en el Lago de Salto Grande contó que se sintió muy seguro con la organización, “estaban las lanchas cerca, porque el lago es muy particular, el sábado, cuando llegamos, parecía una pileta lo tranquilo que estaba, el domingo ya no tanto, pero sabemos que es así, hay que estar preparados”.

Fernando realizó la distancia short, 800 metros en agua, 30 kilómetros de bicicleta y siete kilómetros corriendo.
De los quinientos triatletas que participaron en Santa Ana, sólo Fernando era no vidente, “y en el país no somos muchos, seremos uno catorce o quince, y tampoco tenemos mucho contacto, pero sí hay muchos chicos que corren, porque para hacer ´tría´ es más complicado”, explicó el entrevistado.

Lazarillo y entrenador


Al ser consultado por cómo entrena y compite con el acompañante explicó que “la parte más complicada es la de natación, al menos para mí que aprendí a nadar a los 45 años, ya ciego. Pero lo hago siempre con Walter, mi acompañante, al lado mío, tocándome si me desvío”. Además, no se sumergen en el agua junto con el resto de competidores, “porque si no hay más de trescientas personas todas juntas es más peligroso, salimos un poquito detrás, y yo voy con gorra de diferente color al resto. En Santa Ana, por ejemplo, todos o la mayoría estaban con gorra azul y yo llevé gorra amarilla, para diferenciarme y que ante cualquier eventualidad se me vea rápido”.

Pero esto no fue siempre fácil, cuando se inició recordó haber tenido muchos miedos, “al principio costó bastante, pero iba siempre con él, que tiene experiencia, siempre fui tranquilo, de a poco”.

Algo fundamental para este tipo de atletas es la confianza en su acompañante, “es lo más importante, yo tengo que estar tranquilo, porque veo a través de sus ojos, es así”.

Con la hinchada a todas partes


Cuando el atleta perdió la visión aún tenía sus padres con vida, quienes fueron fundamentales en su sostén emocional. Además de sus amigos, su hija Valentina y su pareja Silvina. “Cuando viajo lo hago con hinchada, siempre están acompañándome”, dijo emocionado.

Y su sostén emocional estuve presente el domingo cuando participó en Laguna del Monte, provincia de Buenos Aires, “Fue el último triatlón de la temporada, después por el frío se para por unos meses, aunque se sigue con pruebas de calles”, dijo Fernando, anticipando que espera poder participar en 2023 en una prueba en Brasil.

“Es todo a pulmón, no tenemos auspiciantes, y los costos al ser las tres disciplinas son otros, pero ojalá podamos estar presentes”.

Finalmente, Yraola aclaró que, si bien hacer podio es “la frutilla del postre, poder nadar, correr o andar en bicicleta es lo importante, disfrutar de todo”.

Luego añadió que “si yo puedo, que no soy más ni menos que nadie, todos podemos entrenar, y todos pueden dar una mano, que también es necesario”.

La pérdida de su visión, la ganancia del deporte


Fernando está ciego desde hace poco más de ocho años. “Tengo una enfermedad que se llama retinosis, fue una pérdida que comienza de a poco y en los últimos meses sí es de golpe”.

De esos momentos recuerda que la adaptación a la ceguera es lo más difícil, a la oscuridad, “imagínate que tuve que aprender a ponerle nuevamente dentífrico al cepillo, todo. Comencé en una escuela para ciegos, y después de dos años estaba bastante adaptado. Ahí, por medio de un taller para ciegos me contacté con Walter que me comenzó a entrenar, primero a correr”.

Fernando había realizado deporte en la juventud, pero hacía muchos años que no practicaba nada cuando comenzó a correr, con su acompañante. En el año 2016 fue su primera carrera, en la maratón del Día de la Memoria, “en la mayoría de las carreras hice podio, tuve esa suerte”

Llegada al Triathlon


Walter, su entrenador tenía su grupo de triathlon, pero no entrenaba ciegos. “Y para colmo yo no sabía nadar, entonces conmigo tuvo que comenzar de cero, después nos donaron una bicicleta bastante vieja, pero que servía, hasta que pudimos ir armando una entre los chicos del grupo, porque son bicicletas muy costosas”, mencionó Fernando sobre sus inicios de entrenamientos.
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