Laura Peretti

Intervenciones de salud mental en cárceles

En el marco de la presentación de su libro Vidas y escrituras: prácticas de lo posible, la psicóloga y escritora Laura Peretti dialogó sobre los efectos de la escritura en los distintos dispositivos de salud mental en los cuales trabaja desde hace más de una década.

27-09-2023 | 12:40 |

Laura Peretti presentó su libro Vidas y escrituras: prácticas de lo posible.
Foto:Gentileza.

Casi una veintena de escritos libres reúne Laura Peretti en “Vidas y escrituras: prácticas de lo posible”. Un material biográfico que es producto de su experiencia en el trabajo carcelario por más de una década en distintos dispositivos de salud mental de la provincia de Santa Fe.

El libro no se presenta como biografía académica, sino como escritura hibrida o fronteriza que cruza las marcas propias del quehacer profesional de la autora con un rico bagaje de formación libre que le ofrece el arte en sus distintas expresiones. Las huellas de Laura se traducen en una escritura que es empuje y búsqueda de una propuesta quijotesca, que se puede traducir en hacer más vivible el mundo por más horroroso que el contexto advenga.

Laura por medio de los distintos dispositivos que lleva adelante en instituciones carcelarias busca promover contextos de humanidad con lógicas que se contraponen a las del encierro, descolonizando aquello que por exclusión material y social se presenta como única vía posible. La búsqueda de Laura es un decir diferente.

Laura Peretti en primera persona
-¿Qué es escribir para Laura Peretti?

-Es una forma de hacer más vivible el mundo. Es una forma de tramitar experiencias, una forma de reflexionar y de permitir que la sorpresa de nuevos registros advengan.

-¿Qué tipos de lazos se buscan promover por medio de la escritura, dentro de las cárceles?
-Creo que el primer lazo es la relación de cada escribiente con sus propias palabras, con las emociones, el registro de lo sensible, lo íntimo. Y cuando hay un texto para compartir, se promueve el lazo con otras personas, así la escucha, y a veces una devolución. Escuchar o leer a otro que comparte lo que escribió es tan nodal como escribirlo. La experiencia de escritura en grupalidad promueve humanidad, esto escapa a la lógica del encierro. La cárcel tiene una frecuencia imparable, y la escritura introduce otra temporalidad y espacialidad, le disputa el sentido a que el único fin sea el castigo de las personas, a que su identidad quede coagulada con un número y/o una etiqueta. La escritura es desetiquetante. Escribiendo cada uno puede crear lo que quiere, puede ser quien quiere, puede conmover, acercar, permanecer, duelar, pedir perdón, perdonar, por eso, como recorte de experiencia y de trayecto compartido con producciones de escrituras en la cárcel, ubico que la escritura descoloniza el sentir -sentires que el capitalismo ha logrado domesticar-.

El arte y la literatura intramuros
-¿Qué nos demuestra a los lectores la producción literaria dentro de las cárceles?

-Que hay vidas que pulsan por escenarios de mayor equidad social, que hay registros de crueldad, pero también de mucho respeto y cuidado entre las grupalidades que se sostienen ante la privación de la libertad ambulatoria y de otras privaciones. La escritura dentro de las cárceles demuestra lo injusto e indigno de un sistema judicial que inflige dolor, y que no promueven inclusión social de la misma manera que promueve el encierro. También demuestra que aparecen alternativas, por momentos en quienes se dejan atravesar por la tinta en el cuerpo y en el sentir, cuando eso aparece hay arte, hay literatura. Hay letra propia que crea, trasciende, iguala, nos hace parte de una misma trama social. Surgen temas comunes, filosóficos sobre: el amor, los miedos, la vida, la muerte.

-¿Hay alguna función particular del arte en los espacios intrainstitucionales?
-El arte tiene relación con la sublimación, expresión en el sentido freudiano de nuevas creaciones, nuevos destinos a la pulsión. Contrariamente, está muy facilitado en la cárcel a la vuelta sobre la propia persona -diferentes marcas, cortes, lesiones- y también a una
respuesta de descarga hacia otros. Hablamos de salud mental -desde el lugar que participo como psicóloga de la Dirección Provincial de Salud Mental- a partir de considerar que la salud mental no es individual, tiene que ver con el cumplimiento de los derechos humanos. La cultura es un derecho. Las prácticas de educación popular, el juego, la música, la danza, son diferentes expresiones que hacen construir escenarios de creación, de alegría, de valor por la persona que está al lado, y que se revaloriza en los dispositivos terapéuticos grupales. La
numerosidad social, al decir de Ulloa. Deleuze plantea que la salud como literatura, como escritura, consiste en inventar un pueblo que falta. Esta invención de salud o de un pueblo, es lo que nombra como una posibilidad de vida. Escribir por ese pueblo que falta.

-En el libro hablás del tiempo que falta en las personas que se encuentran privadas de su libertad, ¿a qué hacés referencia?
-Hay un tiempo que sobra y un tiempo que falta. Está trabajado en un capítulo que habla sobre las temporalidades. Es un tema que se reitera en la escucha de las personas que lo narran, lo dicen, lo habitan. El tiempo que falta es ese tiempo enigmático, ese tiempo mediado por resoluciones judiciales, audiencias, informes, autorizaciones… sobre ese tiempo hay pasividad, espera, desesperación. También se escribe sobre ese tiempo, se pone palabras y cuando acontece algo de esto, hay corrimiento de la pura impotencia.

En el banquillo
-Hay un capítulo del libro que se titula “En el banquillo” donde relatás una experiencia particular en la que te llaman a declarar por un paciente que atendiste en el espacio clínico dentro del penal, ¿cómo se resguardan los límites éticos que la privacidad clínica estipula cuando el sistema judicial impone sus reglas?

-Es un tema que nos interpela a muchos compañeros trabajadores del campo de la salud mental en instancias judiciales. Hay marcos, límites y reparos éticos sobre el secreto profesional. Hay también relevamiento de jueces/as y usuarios; sin embargo, qué decir en cada situación se esclarece con la relación de ubicar qué derechos se puede promover con lo que decimos - o escribimos- para cada persona por la que somos convocados, citados.

-¿Qué huellas subjetivas sentís que te dejó la experiencia?
-La posición de habitar lugares con humanidad, parece algo obvio, pero no lo es. Encuentro que si bien ir a audiencias es un lugar incómodo, también es un lugar donde pueden producirse escenas de sostén que como en las escenas intramuros y en la vida en general, el lazo o una mirada hacen de cobijo, alojo, reparo.

Cárceles de mujeres y disidencias sexuales
-Tu experiencia también te llevó a trabajar no solo con población carcelaria de varones, sino también con mujeres y disidencias sexuales. ¿Hay desigualdades en las causas de los hechos por los cuales son detenidos?

-Las diferencias desigualadas, siguiendo un concepto de la psicoanalista Ana María Fernández, existen por los discursos y prácticas patriarcales hacia mujeres, disidencias, niñeces, también por causas como la edad, clase social, etnia. La criminalización del sistema penal es a la pobreza, pero es mayor la criminalización en el encierro de mujeres, infancias y disidencias. Las causas tienen que ver con violencias que el patriarcado reproduce y refuerza también de forma desigualada.

-¿Qué podemos decir sobre la vivencia del embarazo dentro de las cárceles?, ¿y las infancias?
-Necesitamos crear más dispositivos que visibilicen, alojen y acompañen a las mujeres, niñeces y los procesos de crianzas para que puedan convivir con mayores lazos y referencias. Hay compañeros y equipos que lo hacen. Sin embargo, son fundamentales más voces, espacios colectivos y redes de políticas públicas.

-La dinámica social en los tiempos contemporáneos nos lleva a pensar que las poblaciones carcelarias crecen y los trabajadores no. ¿Cómo afecta este contexto a los distintos dispositivos de intervención?
-Es una parte de la población la que accede a los dispositivos de intervención. Sin embargo, más que aumentar los trabajadores, que podría ser una opción, pero no la única, creo que es imperioso pensar en crear dispositivos alternativos a la cárcel. Previamente a esta institución, mayores espacios de cuidado, y prevención para las infancias, pibes y pibas que son parte de la misma sociedad de la que todos somos parte.

Laura Peretti utiliza su profesión como un medio para democratizar la función del arte en sus distintas expresiones. Porque allí donde la palabra es censurada, ella batalla desde su quehacer diario, acercando herramientas simbólicas que posibiliten un decir, una continuidad, una historia diferente.

Bio

Laura Peretti es psicóloga egresada de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Es especialista en Psicología Forense y docente de la UNR. Se desempeña como psicóloga en el dispositivo interdisciplinario de salud en cárceles pertenecientes a la Dirección de Salud Mental de la Provincia de Santa Fe.


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