Foto:Gentileza.
Hagar Blau Makaroff
El país del ignorimio es una obra producida por Kashimá y dirigida por Agustina Toia, cuyos personajes están "corridos de lugar", y la protagonista no quiere ir a la escuela. En ese mundo reina la ignorancia, porque la escuela ha desaparecido y las formas han perdido su molde. En esta historia regresa el detective, el mismo personaje de la obra de Kashimá “Leer para Creer”, ahora encargado de plasmar mundos nuevos y develar los acertijos de la ignorancia. que se podrá ver todos los domingos de junio a las 16 en Cultural de abajo (Entre Ríos 579, Rosario). Venta de entradas anticipadas al 3471-522714.
En diálogo con Mirador, su creadora Agustina Toia relató: “Aquí todo el tiempo hay un juego entre la realidad y la ficción, entre las formas geométricas y las palabras. Los personajes aparecen físicamente transformados, de un modo exagerado y grotesco, pero también en su forma de hablar y en las cosas que dicen. Y Sofía sorteará las pruebas para develar el acertijo final”.
Sofia se despierta una mañana con la pesadilla de la lección de geometría. Amaneciendo de mala gana, se encuentra con su cuaderno y exclama: ¡Cómo desearía no tener que ir nunca más a la escuela! Y el detective, que está muy atento a los deseos de los niños, la escucha y entra en su habitación con su maletín y todos los instrumentos de medición para plasmar este nuevo mundo donde la escuela ha desaparecido y en su lugar se materialice este país donde el saber ya no existe, o al menos ese saber que todos sabemos.
A partir de ahí es un mundo transformado: la tarea ha desaparecido, el guardapolvos ya no es blanco sino multicolor, y Sofía llama por teléfono como cada mañana a su amiga para pasarla a buscar pero ella ya no vive más allí, la madre mientras le prepara el desayuno le habla de una fiesta en la cabaña de la Reina de la Geometría, y camino a la escuela se encuentra con Juancho, el kiosquero de su barrio, quien le ofrece también golosinas disparatadas. El país del ignorimio es multicolor, disparatado y lleno de magia y juego. Una especie de duende que difunde la magia en las infancias y plasma nuevos universos posibles. A lo largo de la obra Sofía irá recolectando diferentes formas geométricas: triángulo, cuadrado, trapecios con los que armará una forma final y así se romperá el encanto.
Mirador: -Entre las formas de la obra aparecen emulaciones a obras de Miró, Kandinski, Mondrian y Dalí. ¿Cómo surgió la idea de la trama?
Toia: -Con Kashimá veníamos trabajando muchísimo en escuelas, bibliotecas y jardines de infantes, junto a Laura Wulfson y Julia Rovere, con quien llevamos este proyecto adelante desde el 2014. Fue así que a través de esta experiencia surgió la idea de abordar el universo de la educación, la escuela y jugar con ella para desarmarla y volverla a armar. Como siempre que creamos una obra, es una excusa y a la vez una oportunidad para repensar y transformar los lugares, las formas, los vínculos, la vida, y también para acercar a los más pequeños, el mundo de los adultos.
En este caso poder hablar del universo de la escuela, la relación entre los compañeros y la maestra, el sentido del saber pero también del "solo sé que no sé nada", cuestionando la realidad desde la ficción, compartiéndole a los niños la filosofía y también el valor de las palabras, para que ellos mismos puedan armar un mundo diferente. No casualmente la protagonista se llama Sofía -el nombre del amor por la sabiduría-. Ella encontrará su propio modo en todas estas nuevas experiencias que le propone este lugar.
Para escribir esta obra nos inspiramos en las pinturas de Mondrian, Miró, Kandinsky y Dalí desde las imágenes y las formas para generar escenas físicas desde el cuerpo y diagramar el espacio escénico, pero también desde los textos por ejemplo de Piet Mondrian y ese hermoso libro de los Ritmos universales donde dice: "La línea es un punto que camina".
En esta obra vuelve el rico trabajo de composición y creación de personajes que venimos trabajando desde hace muchos años. María Victoria Fanchi, Julia Rovere y Valeria Rico son las protagonistas de esta historia infinita, donde van armando y desarmando con una magia increíble del juego teatral todos esos cuerpos y esas voces: cada una con su pulso o su locura: la mensajera, el vendedor de palabras, Juancho, Serafín, la portera, la maestra, la Reina de la Geometría, las amigas de Sofía, etcétera.
-¿La pérdida de las formas sería consecuencia de la desaparición de la escuela?
-A veces la escuela nos da esa idea de la cosa formal, de los roles bien definidos, de la exigencia, las pruebas y evaluaciones, las calificaciones. Por eso inventamos el país del ignorimio, para poder desandar eso. Porque lo que aprenderá Sofía en este nuevo lugar no tiene que ver con la formalidad de si el teorema de Pitágoras se hace con hipotenusas o catetos, sino que aprenderá cosas más profundas como el valor que tiene la palabra por ejemplo o la relación con sus amigas.
De hecho la materia con la que más jugamos es con las matemáticas y las geometría, esas materias que parecieran tener tanta rigidez, no solo por el abordaje de los pintores nombrados anteriormente sino también porque queríamos desarmar las teorías para que la vida pase por otro lugar.
-¿Cuál es el rol de este detective que vuelve de la obra Leer para creer?
-El detective sería una especie de ángel de las infancias. Un ser atento a los deseos de los niños y a sus necesidades, que les propone nuevos mundos, nuevas experiencias y aprendizajes. En Leer para creer al ver que Malena está todo el día jugando obnubilada con su tablet, lleva a su casa un libro mágico para que así cobren vida todos sus cuentos y las historias que tiene abandonadas ahí en su viejo baúl, para que salga a jugar, a vivir aventuras y a pensar nuevas cosas.
En este caso, Sofía, ante las páginas de su tarea, desea no tener que ir nunca más a la escuela. En el país del ignorimio aprenderá muchas cosas nuevas, pero sobre todo a valorar aún más el vínculo con sus amigas, con su maestra, el juego, y todo lo que la escuela le propone. Atento con los sueños, ellos se pueden hacer realidad.
La obra invita una vez más a grandes y niños a repensar la realidad y sus formas, a acercar los mundos y a compartirlos. Una obra ideal para compartir con toda la familia y con los compañeros de la escuela.
Equipo artístico
Texto y dirección: Agustina Toia
Actuación: María Victoria Franchi, Valeria Rico, Julia Rovere
Asistente de dirección y producción: Laura Wulfson
Vestuario: Sara Toia - Silvina La Calamita
Diseño de luces: Severo Callaci
Objetos y escenografía: Guillermo Haddad
Arte gráfico: Adriano Di Mauro
Técnica de luces y sonido: Camila Viale
Producción general: Kashimá
El país del ignorimio es una obra producida por Kashimá y dirigida por Agustina Toia, cuyos personajes están "corridos de lugar", y la protagonista no quiere ir a la escuela. En ese mundo reina la ignorancia, porque la escuela ha desaparecido y las formas han perdido su molde. En esta historia regresa el detective, el mismo personaje de la obra de Kashimá “Leer para Creer”, ahora encargado de plasmar mundos nuevos y develar los acertijos de la ignorancia. que se podrá ver todos los domingos de junio a las 16 en Cultural de abajo (Entre Ríos 579, Rosario). Venta de entradas anticipadas al 3471-522714.
En diálogo con Mirador, su creadora Agustina Toia relató: “Aquí todo el tiempo hay un juego entre la realidad y la ficción, entre las formas geométricas y las palabras. Los personajes aparecen físicamente transformados, de un modo exagerado y grotesco, pero también en su forma de hablar y en las cosas que dicen. Y Sofía sorteará las pruebas para develar el acertijo final”.
Sofia se despierta una mañana con la pesadilla de la lección de geometría. Amaneciendo de mala gana, se encuentra con su cuaderno y exclama: ¡Cómo desearía no tener que ir nunca más a la escuela! Y el detective, que está muy atento a los deseos de los niños, la escucha y entra en su habitación con su maletín y todos los instrumentos de medición para plasmar este nuevo mundo donde la escuela ha desaparecido y en su lugar se materialice este país donde el saber ya no existe, o al menos ese saber que todos sabemos.
A partir de ahí es un mundo transformado: la tarea ha desaparecido, el guardapolvos ya no es blanco sino multicolor, y Sofía llama por teléfono como cada mañana a su amiga para pasarla a buscar pero ella ya no vive más allí, la madre mientras le prepara el desayuno le habla de una fiesta en la cabaña de la Reina de la Geometría, y camino a la escuela se encuentra con Juancho, el kiosquero de su barrio, quien le ofrece también golosinas disparatadas. El país del ignorimio es multicolor, disparatado y lleno de magia y juego. Una especie de duende que difunde la magia en las infancias y plasma nuevos universos posibles. A lo largo de la obra Sofía irá recolectando diferentes formas geométricas: triángulo, cuadrado, trapecios con los que armará una forma final y así se romperá el encanto.
Mirador: -Entre las formas de la obra aparecen emulaciones a obras de Miró, Kandinski, Mondrian y Dalí. ¿Cómo surgió la idea de la trama?
Toia: -Con Kashimá veníamos trabajando muchísimo en escuelas, bibliotecas y jardines de infantes, junto a Laura Wulfson y Julia Rovere, con quien llevamos este proyecto adelante desde el 2014. Fue así que a través de esta experiencia surgió la idea de abordar el universo de la educación, la escuela y jugar con ella para desarmarla y volverla a armar. Como siempre que creamos una obra, es una excusa y a la vez una oportunidad para repensar y transformar los lugares, las formas, los vínculos, la vida, y también para acercar a los más pequeños, el mundo de los adultos.
En este caso poder hablar del universo de la escuela, la relación entre los compañeros y la maestra, el sentido del saber pero también del "solo sé que no sé nada", cuestionando la realidad desde la ficción, compartiéndole a los niños la filosofía y también el valor de las palabras, para que ellos mismos puedan armar un mundo diferente. No casualmente la protagonista se llama Sofía -el nombre del amor por la sabiduría-. Ella encontrará su propio modo en todas estas nuevas experiencias que le propone este lugar.
Para escribir esta obra nos inspiramos en las pinturas de Mondrian, Miró, Kandinsky y Dalí desde las imágenes y las formas para generar escenas físicas desde el cuerpo y diagramar el espacio escénico, pero también desde los textos por ejemplo de Piet Mondrian y ese hermoso libro de los Ritmos universales donde dice: "La línea es un punto que camina".
En esta obra vuelve el rico trabajo de composición y creación de personajes que venimos trabajando desde hace muchos años. María Victoria Fanchi, Julia Rovere y Valeria Rico son las protagonistas de esta historia infinita, donde van armando y desarmando con una magia increíble del juego teatral todos esos cuerpos y esas voces: cada una con su pulso o su locura: la mensajera, el vendedor de palabras, Juancho, Serafín, la portera, la maestra, la Reina de la Geometría, las amigas de Sofía, etcétera.
-¿La pérdida de las formas sería consecuencia de la desaparición de la escuela?
-A veces la escuela nos da esa idea de la cosa formal, de los roles bien definidos, de la exigencia, las pruebas y evaluaciones, las calificaciones. Por eso inventamos el país del ignorimio, para poder desandar eso. Porque lo que aprenderá Sofía en este nuevo lugar no tiene que ver con la formalidad de si el teorema de Pitágoras se hace con hipotenusas o catetos, sino que aprenderá cosas más profundas como el valor que tiene la palabra por ejemplo o la relación con sus amigas.
De hecho la materia con la que más jugamos es con las matemáticas y las geometría, esas materias que parecieran tener tanta rigidez, no solo por el abordaje de los pintores nombrados anteriormente sino también porque queríamos desarmar las teorías para que la vida pase por otro lugar.
-¿Cuál es el rol de este detective que vuelve de la obra Leer para creer?
-El detective sería una especie de ángel de las infancias. Un ser atento a los deseos de los niños y a sus necesidades, que les propone nuevos mundos, nuevas experiencias y aprendizajes. En Leer para creer al ver que Malena está todo el día jugando obnubilada con su tablet, lleva a su casa un libro mágico para que así cobren vida todos sus cuentos y las historias que tiene abandonadas ahí en su viejo baúl, para que salga a jugar, a vivir aventuras y a pensar nuevas cosas.
En este caso, Sofía, ante las páginas de su tarea, desea no tener que ir nunca más a la escuela. En el país del ignorimio aprenderá muchas cosas nuevas, pero sobre todo a valorar aún más el vínculo con sus amigas, con su maestra, el juego, y todo lo que la escuela le propone. Atento con los sueños, ellos se pueden hacer realidad.
La obra invita una vez más a grandes y niños a repensar la realidad y sus formas, a acercar los mundos y a compartirlos. Una obra ideal para compartir con toda la familia y con los compañeros de la escuela.
Equipo artístico
Texto y dirección: Agustina Toia
Actuación: María Victoria Franchi, Valeria Rico, Julia Rovere
Asistente de dirección y producción: Laura Wulfson
Vestuario: Sara Toia - Silvina La Calamita
Diseño de luces: Severo Callaci
Objetos y escenografía: Guillermo Haddad
Arte gráfico: Adriano Di Mauro
Técnica de luces y sonido: Camila Viale
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